El gerente de Urbanismo y las vacaciones

En el periódico EL PAIS del día 16 de enero de 1983 aparece publicada una carta de doña Fuensanta Díez de Revenga, en la que manifiesta que, ante la necesidad de cumplir la reglamentación vigente en orden a vacaciones navideñas, se sorprende de que, llamando a mi despacho, se le conteste que regreso de las mías el día 10 de enero.Como comprenderá cualquier lector no avisado del funcionamiento de las distintas Administraciones (y le recuerdo que yo pertenezco a la local) deducirá de su carta que yo soy poco menos que un caradura que se salta a la torera cualquier reglamentación esencialmente para no cumplir con mi obligación.

Quizá se sorprenda doña Fuensanta Díez de Revenga de que le dirija esta carta, puesto que suele tenderse a tener la opinión de que los cargos políticos o político-técnicos, como es mi caso, están ocupados por personas insensibles a quienes no duele en absoluto verse en la Prensaa la consideración colectiva de, cuando menos, injustas interpretaciones sobre su comportamiento. En mi caso debo significarle que, aceptando como imposición del cargo este tipo de circunstancias, me afectan profundamente las interpretaciones que pudieran deducirse de su carta, y esencialmente porque considero completamente injusto el manejo de mi situación para argumentar el no cumplimiento de las obligaciones de prestación de servicios que a los funcionarios cabe exigir.

Para demostrarle la injusticia de su insinuación le sígnifico que, en el Ayuntamiento de Madrid, la regulación de los días de vacaciones se realiza desde un convenio suscrito entre los trabajadores y la

Pasa a la página 10

Viene de la página 9

Corporación, que posibilita disfrutar, además de los treinta días tradicionales de verano, de seis días a lo largo del año en el momento que el trabajador así lo solicite. El que yo acabe mis vacaciones el día 10 de enero es, pues, perfectamente posible de acuerdo con la reglamentación legal vigente para el Ayuntamiento de Madrid. Pero, si fuera una cuestión de mera legalidad, no le escribiría esta carta. Las circunstancias que rodean a mis vacaciones navideñas hay que considerarlas en el conocimiento de que por motivos del servicio (y no por especial satisfacción masoquista) desde el verano de 1981, en que disfruté de sólo quince días de vacaciones, no he vuelto a tener un solo día de asueto, siendo mi horario de trabajo normal, desde el 1 de febrero de 1982, en que fui nombrado gerente municipal de Urbanismo, de 8.30 de la mañana a 9.30 de la noche, con media hora para comer, lo que suelo efectuar en mi despacho con un bocadillo.

Le aseguro que de no haber sido legal el que disfrutase de vacaciones navideñas en 1982, igualmente hubiera tenido que descansar, aunque sólo fuese por recuperarme de una desagradable situación de estrés.

Usted comprenderá que todos estos detalles no los hubiera vertido nunca en una carta de réplica al periódico, puesto que deseo mantener mi derecho a la intimidad, pero sí se los comento a usted en la esperanza de que, apelando a su honor y dignidad, en los que no dudo (al contrario de lo que usted hace con mi honor y dignidad), remita usted una nueva carta al periódico EL PAIS en la que pida disculpas por la utilización de mi nombre desconociendo mis circunstancias específicas, tanto legales como morales, rogándole que no dé explicaciones de estas últimas, que a usted únicamente confío por las ya señaladas manifestaciones de derecho a la intimidad que la Constitución me confiere.

Sólo como final, y apoyándome en que se declara usted socialista de pensamiento y de voto, debo decirle además, como socialista de pensamiento, voto y carné, que durante los últimos dos años han sido numerosísimos (no menos de veinticinco) los fines de semana en que he tenido que viajar a diferentes ciudades españolas para explicar a grupos de concejales del PSOE las características del enfoque socialista en relación con el Urbanismo. / . Gerente municipal de urbanismo.