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La dimisión de Martín Villa

La dimisión como diputado de UCD de Rodolfo Martín Villa está ciertamente motivada por la radical desautorización que sus compañeros ucedistas de León le han dedicado al votar junto con Alianza Popular, en la Diputación Provincial leonesa, la autonomía un¡provincial de León sin Castilla. Martín Villa siempre había defendido la autonomía de Castilla y León. También el PSOE, y hace tan sólo dos años, el 80% de los ayuntamientos de aquella provincia. Ahora, AP y ucedistas -por ello Martín Villa también ha dimitido como presidente de la UCD leonesa- quieren otra autonomía: es un acto testimonial, que no progresará en un Congreso con mayoría absoluta socialista. Pero es más que esto.En el fondo de este asunto hay, por una parte, una postura aliancista que se contradice con la solidez autonómica que dice propugnar su líder, Fraga Iribarne. Antes fue Segovia; ahora, León. Parece que algunos entienden la España de las autonomías como un folklore de reivindicaciones propias, fundadas en diferentes concepciones de la propia historia. Es algo que por sí mismo desautoriza a una autonomía y lo contrario de lo que, por ejemplo, ha sucedido en la unidad de la reivindicación autonómica en Cataluña.

Por otra parte, hay también en este asunto toda una lucha de influencias y prebendas entre la tradicional familia aliancista de los Suárez y la de los Martín Villa. Es algo que podría catalogarse y estudiarse dentro de las perviventes influencias caciquiles de algunas provincias españolas.

Cualquiera que sea la interpretación, la dimisión de Martín Villa -veinte años con coche oficial, detentador de ministerios tan decisivos como Interior y Autonomías, aspirante frustrado a sucesor de algún presidente del Gobierno- no expresa sino el desarraigo del estamento político que dirigió la transición y cuyas maniobras personalistas y ambiciosas de unos contra otros le han llevado a su práctica desaparición. Más que un acto de coherencia con su pensamiento, que también puede serlo, la doble dimisión de Martín Villa -nada ajeno, por cierto, al maniobrerismo que deshizo a la UCD- deja en evidencia la aspiración de muchos ex dirigentes de la política española para colocarse de nuevo en el primer plano político nacional. El tiempo lo dirá. De momento, más que alabanzas o lamentaciones, la dimisión de Rodolfo Martín Villa es un hecho que revela cómo la falta de coherencia de un partido le conduce a su desaparición. Y con ella, la de sus dirigentes.

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16 de enero.

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