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Alianza Democrática pide al presidente portugués que nombre a Vitor Crespo primer ministro

Incapaces de resolver sus divergencias internas, los tres partidos de Alianza Democrática decidieron ayer dar al presidente de la República la última palabra acerca de la formación de un Gobierno presidido por el socialdemócrata Vitor Crespo. La única resolución concreta salida de la cumbre de Alianza Democrática, celebrada durante cerca de cuatro horas en la sede del Partido Social Demócrata (PSD), en Lisboa, fue la decisión de solicitar del presidente Antonio Ramalho Eanes el nombramiento de Crespo como futuro primer ministro.

El resto, es decir, la composición definitiva del Gabinete ministerial, queda para después del sí o del no de Eanes al nombramiento de Crespo; en otras palabras, se exige del presidente, al menos formalmente, un cheque en blanco a Alianza Democrática para la solución de la crisis política portuguesa, cuando el presidente había anunciado de antemano que su decisión dependería de la presentación de una propuesta "sólida, coherente y estable".Es cierto que el comunicado final de la cumbre de Alianza Democrática y las declaraciones prestadas después de la reunión por Amandio de Azevedo y Lucas Pires, vicepresidentes del PSD y del Centro Democrático Social, respectivamente, se refieren al "apoyo total de los tres partidos a la formación del nuevo Gobierno presidido por Vitor Crespo". Pero no es menos cierto que dicho Gobierno es referido como gobierno de la mayoría, y no, según la costumbre, como gobierno de Alianza Democrática.

Amandio de Azevedo aseguró que la lista ministerial está "prácticamente completa", que el acuerdo al que se llegó después de "dificultades que sería absurdo negar" es sólido, firme y estable, y que Alianza Democrática afrontó la crisis interna "con la misma sinceridad con que afrontó siempre los grandes problemas nacionales".

Las afirmaciones producidas, a pesar de los esfuerzos desarrollados para minimizar las contradicciones en que incurrieron en los últimas veinticuatro horas los más destacados dirigentes del PSD y del CDS, no consiguen esconder el hecho de que una ruptura fue efectivamente consumada en el seno de Alianza Democrática.

En el consejo nacional del PSD y la comisión directiva del CDS, reunidos separadamente después de la cumbre, sellaron el verdadero desenlace de este nuevo episodio de la crisis portuguesa, consagrando o no la victoria transitoria de los sectores que en ambos partidos defienden la necesidad de formar un Ejecutivo para evitar la convocatoria inmediata de elecciones anticipadas. Y la solución que prevalezca no será el resultado de un acuerdo político: Francisco Pinto Balsemão, presidente del PSD, y Basilio Horta, presidente de la comisión directiva del CDS, aún disponen de apoyos suficientes en sus respectivos partidos para fijar un precio elevado a su aceptación de un compromiso.

En una carta a los militantes democristianos publicada por el órgano oficial del CDS, Basilio Horta afirmaba el jueves que "la estabilidad de la mediocridad sólo puede interesar a los mediocres", y el secretario general del PSD, fiel amparador de Pinto Balsemão, insistía sobre la atribución al CDS de la entera responsabilidad de la ruptura de Alianza Democrática.

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Para el presidente Eanes se plantea ahora un dramático dilema: el plazo por él fijado para la solución de la crisis expira hoy, pero no dispone de ningún elemento para juzgar la "solidez y estabilidad" de la solución Crespo.

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