Relaciones hispano-iraníes: balance global positivo
España e Irán han incrementado globalmente sus relaciones desde el triunfo de la revolución islámica en febrero de 1979. En el plano diplomático, las relaciones se han desarrollado con normalidad, mientras nuestro país, ha ensayado con éxito una política de equidistancia y de amistad doble con Bagdad y Teherán, importantes suministradores de crudos a nuestro país, que permanecen enfrentados por la guerra desde septiembre de 1980.Asimismo, España ha cubierto en ocasiones el espacio desocupado por otros Gobiernos occidentales cuyos enfrentamientos con el régimen de Teherán han ido creciendo con el curso de la revolución iraní, como son los casos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.
Y ello sin que España abandonara sus posiciones políticas claramente alineadas con las del grueso de los países occidentales, como se puso de relieve durante la crisis de los rehenes norteamericanos, desde noviembre de 1979 hasta enero de 1981 y en cuya resolución el embajador español, Javier Oyarzun, desplegó un papel relevante.
El vacío dejado por otros países occidentales en Teherán ha beneficiado igualmente a las relaciones comerciales hispano-iraníes, desarrolladas fundamentalmente sobre el intercambio de petróleo iraní por bienes de equipo españoles.
España mantiene abiertas varias obras infraestructurales de gran envergadura en Irán. La balanza comercial favorece a Irán, por el creciente nivel de las compras españolas de crudo, pero las cifras del comercio español hacia el mercado iraní crecen. Las compras españolas en 1981 fueron de casi 123.919 millones de pesetas, frente a unas exportaciones de 31.494 millones.
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