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Tensión en Belén ante la llegada anunciada de miles de peregrinos cristianos libaneses

Los 25.000 habitantes de la ciudad de Belén, en la Cisjordania ocupada, se preparan para pasar Nochebuena en un ambiente tenso. Miles de cristianos maronitas libaneses, incluidos destacados miembros de la Falange, van a asistir hoy a la misa del Gallo en la gruta de la Natividad y en la plaza del Pesebre, en el centro de Belén.

Los visitantes libaneses tienen el mérito de sustituir a los turistas occidentales, que este año han llegado menos numerosos a esta ciudad situada a tan sólo doce kilómetros al sur de Jerusalén.Pero, como lo afirmaba ayer el diario anglófono israelí Jerusalem Post, la llegada de los maronitas reaviva en la mentalidad de los árabes palestinos cristianos de Belén el espectro de la matanza por la Falange, en septiembre, de cientos de palestinos en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila, situados al sur de Beirut.

Preguntado sobre estos rumores, el alcalde cristiano de Belén, Elias Freij, declaró, en un intento de desdramatizar la situación, que "en Nochebuena la ciudad de Belén está abierta al mundo entero. Daremos la bienvenida a todos los peregrinos. A pesar de lo ocurrido en Líbano, los libaneses vendrán a rezar con nosotros. Esa noche serán nuestros hermanos".

Desde la ventana del despacho de Elias Freij se ve a los obreros montar la tribuna desde la cual las personalidades políticas asistirán hoy al desfile de los scouts de la ciudad. Los soldados israelíes se dedican, por su parte, a organizar las barreras de control, al tiempo que inspeccionan los tejados que dominan la plaza.

Como cada año, el miedo a un atentado incita a las autoridades israelíes a multiplicar las medidas de seguridad. El 24 de diciembre sólo se podrá entrar en la ciudad con un salvoconducto. El Ministerio de Turismo israelí ha distribuido miles de prospectos en los que se recomienda a los visitantes que vayan bien abrigados, en Belén hace frío de noche; que no se olviden de su documentación, y que eviten desplazarse con paquetes o bolsas, siempre sospechosos de contener algún objeto explosivo.

Los albañiles aprovechan un rayo de sol entre dos chaparrones para colocar unas guirnaldas o unos farolillos en la plaza del Pesebre, también llamada de la Natividad. En la puerta de la comisaría de policía colocan un pino con adornos navideños, mientras en la basílica de la Natividad, en cuyo interior se encuentra la gruta donde nació Jesus, ha sido cubierta con alfombras blancas y azules brocadas con hilo de oro.

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Hoy, en Nochebuena, sólo los elegidos podrán entrar en la basílica para asistir a misa. Los demas, varios miles de personas, tendrán que conformarse con escuchar la misa por los altavoces colgados de las farolas de alumbrado público de la céntrica plaza de Belén, donde también ha sido instalada una pantalla gigante que permitirá seguir la ceremonia religiosa. Desde. los tejados, numerosos soldados de Tsahal, las fuerzas armadas de Israel, seguirán también, a su manera, el acontecimiento.

Lo que de verdad preocupa a Elias Freij no es tanto la masiva presencia anunciada de peregrinos libaneses sino el despliegue militar israelí en su ciudad. Le recuerda, asegura, la anexión paulatina de Belén y de toda la Cisjordania ocupada por Israel.

Mientras espera la respuesta al telegrama que ha enviado a este propósito al presidente Reagan y al rey Hussein de Jordania, que se encuentra actualmente en Washington, Elias Freij sabe que hoy le tocará estar a la izquierda del gobernador militar israelí para acoger al patriarca latino de Jerusalén en la plaza de la Natividad.

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