Los polacos se han resignado a lo inevitable un año después del golpe militar de Jaruzelski
ENVIADO ESPECIAL, Varios centenares de personas, que la noche del lunes intentaron una pequeña manifestación y lanzaron gritos contra el régimen de Varsovia, al salir de una misa con motivo del primer aniversario de la ley marcial, simbolizan patentemente el sentimiento de resignación y pasividad reinante en Polonia.
El clima, no sólo por el frío reinante, sino por el estado de ánimo, ha cambiado en este país después de la prohibición definitiva del sindicato independiente Solidaridad y el fracaso de las convocatorias de huelga general.Varsovia decidió ayer interrumpir sus intercambios culturales y científicos con Estados Unidos. El endurecimiento polaco se expresa en un comunicado en que hace responsable a Washington de "este deterioro en las relaciones entre los dos países". En el punto de mira de las autoridades polacas está sobre todo la Agencia de Información de Estados Unidos (USIA), de la que depende la emisora La Voz de América.
El Gobierno polaco ha decidido también suspender la concesión de visas a todo representante de la USIA y "analizar cualquier petición de visado proveniente de Estados Unidos, teniendo en cuenta los intereses y la seguridad del Estado".
La noche del 13 de diciembre, primer aniversario de la intervención militar, se celebró una misa en la iglesia de la Santa Cruz, en Varsovia. Se reunieron unas 2.000 personas, pero no había apretujones. En el altar, un gigantesco paño con los colores nacionales, rojo y blanco, una cruz de madera tosca y el emblema de Solidaridad, el sindicato independiente prohibido definitivamente.
Entre los asistentes a la misa, uno llevaba una pancarta que representaba el águila del escudo polaco, pero con las patas atadas a unas cadenas. Ha desaparecido el espíritu de lucha y en los rostros se advierte un aire de resignación y pasividad.
Más rutina que convicción popular
El sacerdote pidió al comienzo de la misa que se respetase el desarrollo religioso de la ceremonia y luego pasó a "rezar por la patria". Un seglar pidió desde el altar "por los que, en los doce meses del estado de guerra perdieron la vida y la salud a manos de sus hermanos, para que el martirio de su vida y de su sangre contribuya al renacimiento de nuestra patria".
Siguieron las peticiones: "Por los que abusaron del poder y del uniforme y de alguna forma hirieron la dignidad humana", "para que los gobernantes comprendan que sólo se puede servir a la nación en el espíritu de la verdad, la justicia y la libertad". Las canciones religiosas y patrióticas sonaron con menos fuerza. Todo producía la sensación de que los allí reunidos cumplían con un deber o un ejercicio obligado.
A la salida de la iglesia, en la noche, varios centenares se dirigieron a otra iglesia próxima -la de Las Visitadoras-, donde todavía se conserva la cruz de flores en recuerdo del fallecido cardenal Wyszynski. La policía estaba en los alrededores de forma masiva, pero se abstuvo de intervenir.
No hicieron nada los policías cuando algunos gritaron "Gestapo"; otros levantaron los dedos con la señal de la victoria o cantaron el himno nacional con el texto modificado, que dice: "Guíanos, Walesa, desde la costa del Báltico a Silesia. Nuestra Solidaridad polaca camina hacia la victoria".
Esa noche del primer aniversario resultaba difícil creer que este centenar de personas fueran hacia la victoria. En el ambiente reinaba la resignación; un joven profesor, afiliado al Partido Obrero Unificado Polaco (POUP), llegó a hablar de "pasividad funcional" de la población, una pasividad que permite a las estructuras tradicionales del aparato restablecer su dominación sobre la sociedad.
Intelectuales de la oposición se manifiestan escépticos sobre la funcionalidad de esta pasividad de la población, "porque lo difícil para el régimen empieza ahora. Hasta ahora, imponer la fuerza le ha resultado fácil. Hay que reconocer que lo hicieron muy bien. Son listos, pero el problema empieza ahora, cuando tengan que construir algo y levantar la economía del país".
Actuación inteligente del Gobierno
El profesor Wojciech Lamentowicz, que en los días de la odnowa (renovación) fue uno de los teóricos de las estructuras horizontales, movimiento de las bases del POUP, considera inteligente la postura del régimen al rebajar las expectativas de la población.
Lamentowicz dice que "en Polonia todos los movimientos que siguieron a las revueltas, Gomulka en 1956 y Gierek en 1970, fueron acompañados de grandes ilusiones que luego fueron decepcionadas Ahora la gente no espera nada y lo poco que haga este régimen se considerará positivo. Esta falta total de expectativas resulta estabilizadora para el sisterna".
En la reunión del lunes del Parlamento (Sej), un diputado católico, Janusz Zablocki, dirigente de una de las organizaciones católicas que colaboran con el régimen y son miradas con desconfianza por parte del episcopado, intervino para hacer un balance negativo del año de estado de guerra. Zablocki que ya votó en contra de la nueva ley de sindicatos, manifestó su decepción porque la ley marcial no haya sido abolida definitivamente Zablocki dijo que no se puede imponer el estilo autoritario y denunció que el poder está más lejos que nunca de la sociedad, el incremento de la burocracia, la resistencia pasiva de la población y la inseguridad ante el futuro.
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