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El nuevo Gobierno

La familia González ocupa su nuevo domicilio del Palacio de la Moncloa

y KARMENTXU MARIN Felipe González inició su primera jornada como presidente del Gobierno, con la promesa de su cargo ante el Rey al filo de las diez de la mañana. El automóvil Mercedes que le llevó al Palacio de la Zarzuela sólo sufrió un pequeño cambio antes y después del acto: a la salida, el nuevo jefe del Ejecutivo llevaba ya en el coche el banderín oficial. Cuando alrededor de las 11.45 horas Felipe González entró en su nueva residencia de La Moncloa, pensó, seguramente, cuán distinta era ésta de la que, hasta ahora, fue su casa: un undécimo piso de tres habitaciones y salón en la calle del Pez Volador, del Barrio de La Estrella, muy cerca de la ruidosa M-30. Quizá, entre otras cosas, echó en falta una: en la Moncloa nadie había escrito con lápiz de labios en un espejo "Bienvenido a casa a nuestro presidente", como hiciera una mano femenina en los ascensores de Pez Volador la noche anterior.

Fue precisamente esa noche cuando Felipe González se llevó su primer susto presidencial. Cuando salió de las Cortes para dirigirse a su casa un Renault-8, al girar la comitiva en la glorieta de Atocha, se equivocó de carril y se metió en dirección prohibida, justo de frente al coche que ocupaba el recién investido presidente.Aunque Felipe González dedicó buena parte de la jornada de ayer al conocimiento del personal y dependencias del Palacio de la Moncloa, tuvo tiempo de almorzar con su antecesor, Leopoldo Calvo Sotelo, despachar dos horas con Alfonso Guerra y Miguel Boyer, y reunirse con sus cercanos colaboradores. La familia del nuevo presidente intentó que el día tuviera un aire normal: los niños acudieron al colegio, en el que seguirán, y Carmen Romero, esposa de Felipe González, acudió como de costumbre a sus clases nocturnas en un instituto madrileño.

A su llegada a la Moncloa, el presidente del Gobierno fue recibido por una nutrida representación del equipo de seguridad, personal de servicio y colaboradores de Leopoldo Calvo Sotelo. Fue precisamente Luis Sánchez Merlo, secretario general de la presidencia del gabinete saliente, quien le dio la bienvenida al pie de la escalinata y se encargó de hacer las presentaciones oportunas. Felipe González iba acompañado por Julio Feo y Eduardo Sotillos, que en breve serán nombrados, respectivamente, secretario general de la presidencia y portavoz del Gobierno. Los tres tuvieron una reunión con Sánchez Merlo y el anterior jefe del gabinete presidencial, Eugenio Galdón y, posteriormente, conversaron en privado Julio Feo y Sánchez Merlo, por un lado, y Sotillos e Ignacio Aguirre, por otro, para ultimar el traspaso de funciones de sus respectivas áreas.

Unas flores y un cese

La mañana mostró de un modo muy gráfico el distinto signo que había tenido para unos y para otros: si a las doce llegaba un ramo de azaleas para la esposa del nuevo presidente, Carmen Romero, enviado por el futuro ministro de Educación, José María Maravall, minutos después un motorista entraba por la puerta de la Moncloa y decía sin empacho: "Traigo la baja del jefe", al tiempo que exhibía un sobre oficial que contenía, presumiblemente, la comunicación del cese de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente.

Felipe González almorzó en privado con Leopoldo Calvo Sotelo, reunión ésta celebrada por invitación del nuevo presidente y a título de mera cortesía hacia su antecesor, según puntualizó un portavoz gubernamental. El ex presidente del Gobierno llegó pasadas las 12.30 horas a la que hasta el miércoles fuera su morada. Cruzó celéricamente el vestíbulo para eludir a los informadores y declinó comentar el motivo de su visita. Como única respuesta y sin volver la espalda dejó caer: "Tal vez mejor cuando salga, ¿no cree?. Cuando a las 15.20 horas abandonó Calvo Sotelo la Moncloa, la buena marcha del vehículo en que iba imposibilitó que la Prensa pudiera abordarle.

Los dispositivos de seguridad que ayer tuvo la Moncloa fueron los habituales de cualquier otro día y no se vieron alterados en lo más mínimo por el cambio de inquilino. Había expectación ante los posibles cambios que el nuevo presidente opere dentro de la Moncloa y éstos constituían ayer la comidilla de buena parte del personal adscrito a la residencia presidencial. Así, los ordenanzas comentaban "haber oído" que les iban a cambiar de uniforme y que, entre otras variaciones, iban a desaparecer de los mismos los botones con el escudo franquista.

Café con Pío Cabanillas

Dentro del gabinete de Prensa de la Moncloa, se confiaba en que Felipe González facilitaría su tarea en mayor medida de lo que lo ha hecho Calvo Sotelo. La noche del miércoles estuvo marcada por el interregno: ni el presidente saliente ni el entrante durmieron en la Moncloa. Todavía en la mañana de ayer un equipo de funcionarios concluía a marchas forzadas el inventaríado de los muebles y bienes del edificio, propiedad del Patrimonio Nacional, práctica habitual cada vez que se produce un relevo en el titular de dicha residencia.

Previamente a su llegada a la Moncloa y con posterioridad a la promesa del cargo, Felipe González se detuvo en un bar de Aravaca a tomar café con el ex ministro de Justicia, Pío Cabanillas. En un supermercado de dicha localidad el presidente compró la Prensa y pilas para relojes.

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