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Las cajas rurales tenderán a fusionarse y a diversificar su actividad para salir de la crisis

Una reestructuración profunda en los métodos de gestión y en el personal directivo de las cajas rurales y de las cooperativas que forman parte de ellas, así como un replanteamiento de las actividades de las mismas y de su vinculación con los consorcios nacionales y el propio Banco de Crédito Agrícola, forman parte del esquema de renovación que se maneja en estos momentos para solucionar la crisis por la que atraviesan buena parte de las cajas rurales, y cuyo reflejo más importante es la Caja Rural de Jaén.

Las cajas rurales han servido durante un cierto número de años para proporcionar parte de la financiación estacional que exige la agricultura y para canalizar los fondos oficiales distribuidos a través del Banco de Crédito Agrícola. Al tiempo, las cajas rurales, en algunos casos, han logrado un cierto volumen de depósitos, que, colocados en el mercado interbancario o en cuentas a la vista en algunos bancos, han significado unas retribuciones suplementarias que permitían, en algunos casos, el pago de extratipos a algunos de sus depositantes; actuaciones que se reducen como consecuencia de las inspecciones del Banco de España y del mayor control que éste ejerce.El entramado de funcionamiento de las cajas rurales, basado en proporcionar créditos baratos a las cooperativas asociadas, funcionó mientras el crecimiento general de la economía tuvo signo positivo y tasas importantes. El precio del dinero que tenían que pagar las propias cajas rurales en su endeudamiento con el resto del sistema financiero era soportable cuando éste se situaba por debajo de los índices de precios y la producción agrícola no se veía sometida a catástrofes externas. Pero la crisis general ha hecho mella también en el funcionamiento de esta forma de cooperativismo.

El precio del dinero ha crecido más deprisa que los ingresos percibidos por los agricultores y, por tanto, por las cooperativas y cajas rurales. Durante un cierto tiempo se ha mantenido la ficción de que las cajas rurales podían seguir prestando por debajo de los precios de mercado, y ello no ha hecho más que engordar las pérdidas que empezaban a detectarse. Una gestión de este tipo, unida a importantes incrementos en los gastos generales de las cajas rurales -consecuencia de una inflación de plantillas y una expansión poco pensada-, ha provocado la mayor parte de los males, sin olvidar irregularidades de todo tipo, que han salido a la luz a partir de denuncias o de inspecciones.

En la actualidad se piensa que las cajas rurales no tienen más remedio que volverse a definir o que su futuro es bastante comprometido. A raíz de la crisis de la Caja Rural de Jaén, se han empezado a estudiar las posibilidades de formar empresas mixtas, con mayoría de capital público, que acometieran las mismas tareas que las sociedades cooperativas. Ello no parece posible en estos momentos ya que eso exigiría unos desembolsos de las cooperativas agrícolas para formar el capital social de estas empresas, que se duda mucho se ponga en marcha. Expertos socialistas han señalado que se perdería el sentido cooperativo de las cajas rurales, activo que, opinan, debe conservarse al máximo.

Las posibilidades de que se produzcan absorciones, siguiendo la técnica utilizada con los bancos en crisis durante los últimos años, también tropieza con inconvenientes insalvables. El Fondo de Garantía de Depósitos en Entidades Cooperativas, creado a partir del asunto de la Rural de Jaén, puede garantizar los depósitos de las mismas, pero no puede proceder a una operación de reducción de capital -con posterior ampliación del mismo hasta cubrir las pérdidas-, por la sencilla razón de que en las cajas rurales no hay capital; los recursos propios con que cuentan son las reservas que legalmente han tenido que ir haciendo, o las que voluntariamente han ampliado.

Mayor dimensión financiera

Lo que en la actualidad se maneja es la posibilidad de hacer un marco legal algo más duro, presionando para que se fusionen varias cajas rurales que realicen sus actividades en una comarca mínima. Con ello se podría dar una dimensión mayor a cada una de las cajas rurales, y las economías de escala podrían funcionar en este caso. Ello rompería el localismo estricto en el que se han venido manejando las cajas rurales y les proporcionaría una mayor potencia.Todo ello, sin perder de vista que debe transformarse la idea de caja rural que financia actividades estrictamente ligadas con la agricultura en caja rural que, además de proporcionar fondos a los agricultores, también lo puede hacer a las actividades desarrolladas en los pueblos agrícolas y cuya existencia depende en gran medida de la producción agraria. La financiación de talleres especializados en maquinaria agrícola y actividades este tipo tendrían que tener una respuesta en las nuevas cajas rurales.

La conexión de las cajas rurales con el resto del sistema financiero, cajas de ahorro y bancos, necesaria tanto para momentos en los que las rurales tienen un exceso de liquidez que debe ser colocado en el mercado como para aquellos en los que necesitan dinero con el que proporcionar fondos anticipados a sus socios cooperativistas, puede hacerse por dos vías: a partir de los organismos nacionales de cooperación creados por las propias cajas rurales o mediante una mayor colaboración con el Banco de Crédito Agrícola. En la actualidad, la mayor parte de las cajas rurales no tienen otra vinculación con el banco oficial que la que se deriva de la distribución de los fondos que dicho banco asigna para producciones o zonas específicas.

Las cajas rurales, a pesar de manejar grandes cantidades de dinero público a través de estas ayudas, no tienen una estructura de depósitos acorde a estos movimientos. Una de las ideas que se manejan en estos momentos es mantener una operativa similar a la que vienen teniendo los bancos. La concesión de créditos, máxime si se hace en condiciones privilegiadas, como son la mayoría de las operaciones del crédito oficial, exige ciertas contrapartidas, como movimiento real en las cuentas que se mantengan abiertas en los bancos que conceden dichos prestamos. Las cajas rurales, por el momento, no han tratado de presionar en este sentido y, sin embargo, una actuación de este tipo haría crecer bastante sus depósitos a costes muy reducidos.

Una concentración, tanto en la toma de decisiones de colocar los excedentes de liquidez en el mercado interbancario como en los momentos en que tengan que acudir a ellos para los pagos anticipados de cosechas, que podría llevarse a partir del Banco de Crédito Agrícola, serviría para reducir las incertidumbres existentes.

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