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Líbano celebró, por primera vez desde la guerra civil, su fiesta nacional de la independencia

Los libaneses celebraron ayer el 39º aniversario de la independencia del país bajo el signo de la normalización y de la esperanza. En Beirut, donde por primera vez desde la última guerra civil de 1976 tuvo lugar un desfile militar, las celebraciones tuvieron una particular brillantez. En la zona oeste de la capital libanesa, en la que el pasado verano los obuses disparaban día y noche, se vivió ayer un día festivo.

Los vehículos blindados, del Ejército nacional desfilaron delante del presidente, Amin Gemayel, cerca del famoso pasaje del museo, donde el sonido de las armas fue incesante durante los últimos ocho años. Junto al presidente estuvieron los miembros del Gobierno, los diputados, los representantes de las organizaciones sindicales y profesionales y los miembros de las representaciones diplomáticas. Las tropas regulares iniciaron el desfile en un cuertel del sector oeste y cruzaron hacia el Este a través del pasaje del museo.En el desfile fueron exhibidos misiles tierra-tierra Milán, de fabricación francesa; misiles tierratierra Taw norteamericanos, transportes de tropas M-113 norteamericanos y carros de combate AMX de fabricación francesa.

La reunificación de la ciudad no es sólo simbólica. El jefe del Esta do visitó el pasado domingo un cuartel del Oeste donde, ante las ruinas de los edificios pulverizados el pasado verano por los bombardeos israelíes, dijo a las tropas: "No cederemos y no renunciaremos a la unidad de Líbano, a su libre elección. Permaneceremos aferrados a la menor parcela de terreno, desde Nakura (en la frontera con Israel) hasta Nahr el Kebir (en la frontera norte con Siria)".

Independencia sin paz

Aunque, por primera vez, los libaneses pudieron celebrar su tradicional fiesta de la independencia, los medios de comunicación les recordaron que aún está lejos la paz. Dos terceras partes del país siguen ocupadas por tropas extranjeras y la guerra continúa en las montañas del sureste de Beirut, donde milicianos drusos y miembros de las Fuerzas Libanesas (milicias cristianas unificadas) se enfrentan desde que esa región está bajo control de los soldados israelíes. La fiesta de la independencia no ha podido celebrarse en muchas zonas sometidas a conflictos y ocupación extranjera.

El optimismo despertado por la fiesta de la independencia favorece las gestiones del enviado norteamericano en Oriente Próximo, Philip Habib, quien ayer concluyó una primera ronda de negociaciones con las autoridades libanesas y ahora debe proseguir su misión en Israel y otras capitales árabes.

Habib vuelve a la región con la doble misión de conseguir la retirada de tropas extranjeras de Líbano y el acuerdo sobre un plan de paz para la región. La retirada de las fuerzas extranjeras debe relanzar el proceso de pacificación iniciado hace dos meses y animar definitivamente a los inversores a acometer el programa de reconstrucción del país.

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