_
_
_
_
Reportaje:

El Vaticano hace examen de sus cuentas

Los cardenales tendrán que estudiar el modo de afrontar la deuda anual de la Santa Sede, que este año es de treinta millones de dólares.

Juan Arias

La primera vez que Juan Pablo Il reunió el Colegio Cardenalicio fue en 1.979. De aquella primera reunión nació la creación de la comisión de quince cardenales, de países ricos y pobres, para estudiar de un modo especial el delicado problema de las finanzas de la Santa Sede. Esta comisión está reunida en este momento en Roma y prepara un informe sobre el tema para la sesión plenaria de todos los cardenales. Tanto la reunión de los quince como la del plenum estaban previstas antes de que es tallara el escándalo Marcinkus-Calvi. Pero, evidentemente, ese será el tema más candente a debatir: cómo afrontar la deuda anual de la Santa Sede, que este año es de treinta millones de dólares. Pera antes, los cardenales, como ya han indicado, desean ser informados a fondo de lo que es paja y de lo que es centeno en todo lo que se ha dicho y escrito, en todo el mundo, sobre el caso Marcinkus y sobre las acusaciones que al IOR (el Instituto Obras de Religión), presidido por el arzobispo americano, le han hecho la Magistratura y el Gobierno italiano. Y es que, junto a la elección de un Papa, decretada en los laberintos impenetrables del cónclave secreto, el balance de las finanzas es uno de los dos tabúes fundamentales que en vuelven el planeta vaticano.Nunca ha sido fácil bucear en las profundidades de las finanzas vaticanas. No lo es tampoco hoy, a pesar de que los recientes escándalos de la quiebra de dos banqueros italianos de fama internacional, Michele Sindona y Roberto Calvi, estrechamente unidos al Vaticano, han obligado a poner muchas cosas sobre el tapete.

Más información
De la economía artesanal, a las grandes inversiones

La moderna electrónica parece que ha conseguido adueñarse de parte de aquellos secretos del primer tabú vaticano: la elección de un Papa. Se dice, por ejemplo, que los conciliábulos del último cónclave, que eligió a Karol Wojtyla, están ya en los archivos de algunos servicios secretos extranjeros. Sin embargo, del segundo, el de las finanzas, nadie ha conseguido aclararse aún.

Baste pensar que el mismo Pablo VI, que había decidido enterarse del estado de las finanzas de su minúsculo pero, poderoso Estado, murió sin conseguir publicar un balance claro. Y hace sólo unas semanas que el entonces famoso y dinámico sustituto de la Secretaría de Estado y amigo personal de Montini, el recientemente fallecido monseñor Giovanni Benelli, reveló en una entrevista que "yo, en diez años de secretario de Estado, jamás vi un balance del IOR, y eso que intentaba controlarlo todo".

Pero, entonces, se preguntan los observadores, si estas benditas finanzas son un tabú para el mismo Papa y sus más estrechos colaboradores, ¿quién las conoce de verdad?

A esto se añade hoy el hecho grave de que el Ministerio del Tesoro italiano y los inspectores del Banco Central de Italia afirman que el IOR, el banco del Papa, deberá pagar por sus responsabilidades en la quiebra del Banco Ambrosiano, del suicidado Roberto Calvi, más de 100.000 millones de pesetas. Pero si el IOR puede manejar cifras de tal calibre, ¿cómo se puede hablar de crisis financiera de la Santa Sede?

Para poder entender algo de todo este complejo laberinto es preciso distinguir diversas cosas dentro de ese gran archipiélago que constituyen las finanzas vaticanas... y explicar que en dicho archipiélago existe una isla encantada, autónoma, solitaria, con plena independencia, de la cual ni el Papa ha sabido nunca nada: es el IOR, el Instituto Obras de Religión, presidido hoy por el cacareado arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, considerado como el gran banquero pontificio. Le ayudan dos banqueros italianos seglares, católicos: Luigi Minnini, padre de catorce hijos, y Pellegrino de Strobel. El primero ha estado ya en la cárcel por el cáso Sindona y ahora ambos, junto con el arzobispo Marcinkus, están bajo el control de los jueces italianos y sin pasaporte por el crak de Roberto Calvi.

La gran disputa en estos momentos es si de verdad el Vaticano tendrá o no que pagar las deudas del ex Banco Ambrosiano, tras haber permitido a Roberto Calvi toda una serie de operaciones irresponsables con filiales de su banco en el extranjero gracias a 53, cartas de aval (patronage) firmadas por el presidente del IOR, monseñor Marcinkus. El Vaticano afirma que eran sólo cartas defavor a Calvi y que no tienen valor jurídicamente. Lo contrario opinan el Banco de Italia, el ministro del Tesoro y los jueces de Milán. Si el Vaticano, por haber jugado con gran habilidad, resultara defendible desde el punto de vista estrictamente jurídico, ¿esto le absolvería moralmente?, se preguntan muchos católicos y seglares ante los acreedores del ex Ambrosiano, la mayor parte de los cuales, paradó jicamente, son institutos religiosos y pequeños bancos católicos apoyados por curas y obispos. Pero para poder internarse en estos meandros jurídico-morales es necesario recordar cómo han nacido dentro del Vaticano- las tentaciones de los negocios. Cómo de las limosnas de los fieles se ha pasado a las grandes operaciones financieras con inversiones en medio mundo.

Canales de ingresos

Hay que tener en cuenta cuáles son hoy los canales conocidos y públicos de los ingresos de la ciudad del Vaticano con los cuales se sostiene económicamente toda la máquina que gira alrededor del Papa, desde los nuncios apostólicos a los trabajadores del Vaticano, al servicio de seguridad, a las diversas congregaciones romanas, a los viajes del Papa y de sus colaboradores a través del mundo, etcétera. En total, seis son esos canales conocidos.

1. El óbolo de san Pedro es la colecta que cada año se hace en todas las diócesis del mundo el día 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, y cuya recaudación se envía directamente al Papa. ¿Cómo nació esta iniciativa? Cuando en 1849 Pío IX estaba en exilio voluntario en Gaeta, el Vaticano estaba sin un real. Todo el dinero se había gastado para defenderse de las intemperancias liberales y resurgimentales de los súbditos de Su Santidad. Las arcas pontificias estaban vacías de verdad. ¿Qué hacer? La situación la resolvió un cardenal de gran inteligencia y fantasía, Giácomo Antonelli. Se le ocurrió organizar una colecta mundial entre todos los fieles católicos para ayudar al Papa. Y los resultados fueron sorprendentes, sobre todo en Francia.

La idea cuajó hasta el punto de que en 1960 dicha colecta quedó institucionalizada: se llamaría óbolo de san Pedro. Permanece aún en nuestros días. Es la mayor fuente de ingresos del Vaticano. La suma recogida cada año es, además, un termómetro para conocer la popularidad del Papa en el mundo. Por ejemplo, creció mucho con Juan XXIII y disminuyó con Pablo VI, sobre todo porque era considerado en los paises mas ncos como un poco "de izquierdas". Ahora, con el papa Wojtyla lanzado por la publicidad de sus viajes intemacionales, ha vuelto a aumentar considerablemente. Dicho óbolo fue la salvación del Vaticano cuando éste perdió los estados pontificios y dejó de recibir los impuestos de los súbditos de media Italia.

2. Fábrica de San Pedro. Administra todos los ingresos de los fieles y turistas que pasan por la basílica: misas, limosnas, etcétera. Dícen que está en déficit.

3. El governatorato. Se encarga de administrar los museos, la venta de sellos, monedas, la radio vaticana, etcétera. También este departamento se asegura que tiene un balance negativo.

4. Ex Propaganda Fide. Es la que recoge la recaudación cada año del Día del Domund y se encarga de ayudar a las misiones católicas. No llega al Vaticano.

5. El IOR, el famoso banco presidido por monseñor Marcinkus. Junto con Propaganda Fide, esta institución es la única que no depende de la Secretaría de Estado. Es autónoma y de esta autonomía, que le ha convertido en un feudo, han podido surgir los escándalos de Sindona y Calvi.

Por todo control tiene una comisión de cinco cardenales de curia que se reúnen una vez al año con monseñor Marcinkus. Este les pone dentro de una carpeta -que no pueden llevarse a casa- un fajo de papeles llenos de números y operaciones bancarias que los dichos cardenales ni leen, porque les parece chino. Ellos preguntan sólo si el IOR gana o pierde y se fían de monseñor Marcinkus, el cual, según voces que corren en el Vaticano, les coloca dentro de la carpeta un sobre con cinco millones de liras "para sus obras de caridad" y "por las molestias de asistir a la reunión".

El IOR nació el 27 de junio de 1942. Lo fundó Pío XII. La sigla significa Instituto Obras de Religión. En el Vaticano se enfadan cuando se dice que es un banco, pero lo cierto es que dicho instituto actúa como tal en toda regla, con todas sus tentaciones especulativas. Es un banco en el que tienen su cuenta casi todos los institutos, congregaciones y órdenes religiosas de medio mundo, todos los nuncios apostólicos y todo el personal seglar y eclesiástico del Vaticano. Hasta el Papa tiene su cuenta personal. La de Juan Pablo Il tiene el número 16/16. Originanamente, las ganancias del IOR debían ser destinadas a obras de beneficencia y religión, pero lo cierto es que nadie sabe adónde van a parar, ya que ni siquiera acaban en las arcas vaticanas tradicionales. Por eso el Papa puede decir con verdad que el Vaticano tiene graves dificultades económicas, porque no cuenta con el IOR.

6. El APSA es la Administración Especial de la Santa Sede, creada por Pío XI para administrar el regalo hecho por Benito Mussolini al Vaticano el 29 de febrero de 1929, fecha de la firma de los pactos de Letran. Aquel regalo y aquella firma sellaron el final de las disputas entre la Santa Sede y el Estado italiano. La cantidad fue de setecientos millones de liras de aquella época y de 100.000 millones en buoni del Tesoro, al 5%. El APSA, además de administrar estos fondos de entonces, tiene también la responsabilidad de todo el patrimonio actual de la Santa Sede, que se calcula en unos doscientos millones de dólares. Su mayor riqueza está constituida por 5.000 pisos alquilados. Pero el balance es negativo porque tiene que hacer frente a los 4.000 empleados del Vaticano, a la manutención de los edificios públicos, a la publicación del Osservatore Romano, etcétera.

Para controlar los diversos organismos que se encargan de las finanzas vaticanas, Pablo VI instituyó el 15 de agosto de 1967 la PAE, es decir, la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede. Es una especie de tribunal de cuentas y también del Ministerio de las Finanzas. Pero misteriosamente también esta vez el IOR quedó fuera del nuevo organismo papal y, por tanto, autónomo y sin control. Es un misterio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_