ETA y la guerra psicológica
EL COMUNICADO en el que ETA militar se declara responsable del asesinato del general Víctor Lago es una desoladora prueba de que los ideólogos de los terroristas continúan prisioneros de una lógica enloquecida. El documento pretende arrojar sobre el futuro Gobiemo socialista la responsabilidad de provocar "repercusiones de un alcance superior a las que supusieron una operación Galaxia o un 23 de febrero" en el caso de que Felipe González no rindiera la legitimidad democrática y la legalidad constitucional a las extorsiones y chantajes de esa minoría violenta.Resulta así que la nueva mayoría parlamentaria, elegida en las urnas por cerca de diez millones de votos y con un respaldo en el propio País Vasco que la convierte en la segunda fuerza política (la primera, si se incluyera a Navarra) de esa Comunidad Autónoma, es descalificada por los terroristas, ambiguamente apoyados por los 200.000 votos de Herri Batasuna, con el estrafalario argumento de que "no es otra cosa que el instrumento de dominación política heredado del franquismo". Para estos arrogantes orates, el PSOE "comete la equivocación de creer y hacer creer a los trabajadores y a los electores en poder utilizar la Reforma con su lastre constitucional y estructural como vehículo de cambio". Los ideólogos del terrorismo han inventado un embeleco teórico, al que llaman "Ia Reforma", que tiene un lugar sui generis en la historia de las formas políticas. La misión del PSOE, con las metralletas de ETA apuntando a la sien del futuro Gobierno de Felipe González, sería "la transformación en democracia" de esa abstracción fantasmal llamada "Reforma" que, según los terroristas, no ha sido "la puerta abierta sobre el muro del franquismo" sino sólo "una puerta falsa, un espejismo creado exactamente para con fundir y engañar". Las citas evangélicas -"no se puede servir a Dios y al César al mismo tiempo"- se unen a las metáforas deportivas -"Señores del PSOE, ¿a quién se le ocurre plantearse jugar al fútbol en un frontón?" para intentar sustentar la estrafalaria doctrina de que España no vive en un régimen democrático, definido por las elecciones libres, la soberanía popular, la garantía de los derechos y las libertades y un gobierno representativo, sino bajo "la continuidad del franquismo sin Franco". Todo el mundo sabe, excepto los ideólogos de los terroristas, cuál es el significado de la abrumadora votación popular en favor del cambio obtenida por el PSOE el 28 de octubre. Ahora bien, de creer las peregrinas afir maciones del documento de ETA militar, "la confianza otorgada por un amplio respaldo electoral" no debe ser utilizada por el futuro Gobierno socialista para llevar a cabo su propio programa, sino para dar cumplimiento, bajo la amenaza de los atentados contra las Fuerzas Armadas, a la "alternativa KAS".
La delirante arrogancia de los violentos llega al extremo de ofrecerse "a contribuir a la normalización ciudadana y a la estabilización de un proceso democrático en Euskadi y en conjunto del Estado español declarando el alto el fuego" con la única y pequeña condición de que la nueva mayoría parlamentaria y su Gobierno acepten el chantaje de los terroristas, violen la Constitución. y la legalidad jurídica, engañen a sus diez millones de electores y se conviertan en ejecutores de las órdenes de una banda criminal. ETA militar promete una tregua "siempre y cuando el régimen de la Monarquía parlamentaria adquiera en contrapartida" el compromiso de aceptar "los cinco puntos mínimos de la alternativa KAS", entre los que figuran, nada más y nada menos, que la "amnistía total" de quienes saldrían de la cárcel para seguir asesinando y la retirada del País Vasco de las Fuerzas de Seguridad. El carácter visceralmente antidemocrático de los terroristas tiene tal vez su mejor ilustración en la pretensión de que Navarra, "un pueblo vasco desmembrado de su tronco original", sea metido a la fuerza por las Cortes Generales y el Gobierno de Felipe González dentro de la Comunidad Autónoma de Esukadi, pese a que en las elecciones del 28 de octubre Herri Batasuna ha obtenido el 10,50% de los votos, frente al 76% de sufragios alcanzados por los diferentes partidos opuestos a esa integración. Esa Navarra abstracta que ignora a los navarros de carne y hueso, y esa decisión de sacrificar a los hombres y mujeres reales y concretos del antiguo reino en el altar de una idea doctrinaria, ofrecen semejanzas escalofriantes con los discursos de la ultraderecha sobre España y la anti-España.
Aunque el brutal asesinato del general Víctor Lago y las amenazas de futuros atentados ensombrezcan las esperanzas e ilusiones despertadas por las elecciones generales, recordemos que uno de los objetivos de los terroristas es precisamente desarmar la conciencia ciudadana, desmovilizar a la opinión democrática y abrir el camino de la desintegración del Estado a través de las provocaciones a las Fuerzas Armadas. Frente a esa operación de guerra psicológica, complementaria de la ofensiva criminal, la respuesta debe ser la claridad en los planteamientos del nuevo Gobierno y el llamamiento a una acción concertada contra el terrorismo de todas las fuerzas políticas y sociales del País Vasco. El Estatuto de Guernica creó unas instituciones de autogobiemo en las que descansa la legitimidad para afrontar los problemas específicos de ese ámbito autonómico. Al terrorismo sólo lo podrá derrotar la acción combinada del Estado en toda España y la movilización ciudadana en el País Vasco. El Parlamento de Vitoria, su Gobierno, los partidos nacionalistas democráticos -como el PNV y Euskadiko Ezkerra- y los partidos no nacionalistas con fuerte implantación en el País Vasco -en especial el PSE-PSOE- están llamados a asumir las principales responsabilidades políticas de esa lucha, entre otras suministrar el respaldo que los cuerpos de seguridad -entre los que figura la policía autónoma- necesitan para desarticular esa amenaza a nuestras vidas y a nuestras libertades.
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