La visita del Papa
Estas líneas, escritas no desde el rencor o la confrontación, sino desde una crítica que quiere ser constructiva, son para protestar públicamente por el gran tinglado con que cierto sector de la Iglesia, cuyo nombre todos sabemos, ha recubierto el viaje de Juan Pablo II a España, y por la forma en que este mismo sector ha manipulado a la juventud a su favor. En primer lugar mostramos nuestro total desacuerdo ante la imagen que ha dado la Joven Iglesia española, que no es, ni por asomo (así lo creemos), como en el Santiago Bernabéu se dio a entender.Pasa a la página 12
Viene de la página 11
Porque: ¿Cómo admitir que la Joven Iglesia, que está formando comunidades para hallar el primer espíritu cristiano; buscadora de reconciliación; que tiene una lucha constante en favor de la no violencia y el desarme; que quiere una Iglesia pobre y pira los pobres (que pobres lo somos todos) y no una Iglesia rica, cómoda y no comprometida, cómo admitir que esta Iglesia son unos cuantos jóvenes vestidos de grandes almacenes que no manifestaron ninguna de las inquietudes que tenemos?
¿Cómo es posible que parroquias que están buscando recuperar el verdadero espíritu de Jesús, tan falseado, y que tanto deseaban redescubrir la figura del Papa, se hayan tenido que quedar en la calle e incluso haber tenido que quitar entradas a dicha organización porque ésta haya preferido dárselas a los niños de sus colegios, y en primera fila, claro?. ¿Por qué no se ha tenido en cuenta ni a la Pastoral Juvenil ni a los propios jóvenes (que no podíamos colaborar, si no era a través de dicha organización) para organizar este encuentro y, en especial, el universitario?.
La Joven Iglesia española es algo más que gente que se sabe muy bien el Angelus en latín y que agita palomas de Picasso (¡pobre Picasso!) anunciando a Galerías Preciados y con su abejita en medio. La J. I. es algo más que un agitar de banderas múltiples, donde cada uno pretende imponer su forma de Iglesia y, algunos, de partido. Porque la Iglesia es de todos y para todos, y todos somos llamados por Jesús. La J.I. es algo más que jarana y folklore alienante, porque somos alegres, muy alegres, pero con la alegría que Jesús y su espíritu producen.
Sin embargo, tenemos fe y esperanza en que la homilía de Juan Pablo II, que habló muy bien en el Bernabéu, nos haya tocado a todos un poco en el corazón. Porque sin tan sólo la mitad de los que allí estuvimos ese día trabajáramos de verdad por cambiar la Iglesia, otro espíritu nos cantaría. / (Grupo Jóvenes parroquia Perpetuo Socorro).
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