Eanes critica la Constitución portuguesa, aunque retira su voluntad de acatarla
El general Antonio Ramalho Eanes, presidente de la República portuguesa, atribuye a los partidos dos de la mayoría constitucional al Parlamento y al Gobierno la plena responsabilidad de encontrar soluciones para los graves problemas políticos, sociales y económicos que padece Portugal y reafirmar su intención de ejercer rigurosamente su papel de defensor del funcionamiento de las instituciones democráticas y de censor de los actos del Gobierno.
Al mismo tiempo critica la reforma constitucional, aunque reiteró su voluntad de acatarla. Ante estas críticas, el Partido Socialista (PS) ha pedido la dimisión del presidente.La alocución del viernes del general Eanes frustra todas las esperanzas de aquellos que pretendían domesticar al jefe del Estado y someterlo a sus propias estrategias, o llevarlo a cometer un acto de rebeldía contra las reglas del juego democrático, que abriría la vía para elecciones presidenciales anticipadas.
Hacía semanas, si no meses, que los medios políticos, la Prensa y la opinión pública esperaban -y hasta exigían- que el jefe del Estado se pronunciase sobre la nueva Constitución portuguesa.
Eanes criticó duramente el modo escogido para elaborar la nueva Constitución -al margen de un debate verdaderamente nacional-, denunció las contradicciones en que incurrieron los diputados con relación a las promesas hechas al electorado y señaló algunos de los fallos que, en su opinión, presenta el nuevo sistema de poderes. Según Eanes, el sistema establecido antes de la revisión constitucional estaba mejor adaptado a las realidades políticas y culturales del país.
Una de las consecuencias de este respeto escrupuloso del nuevo orden político es el, no rotundo a las exigencias de destitución del Gobierno, formuladas por comunistas y socialistas.
Pero Eanes no renuncia ni abdica de sus responsabilidades. Ya que no puede intervenir más en la búsqueda de las soluciones, reforzará la fiscalización, a posteriori, de las acciones de quienes recabaron la plena responsabilidad de las decisiones: los partidos, el Gobierno y el Parlamento. Para esto dispone de un medio constitucional: el derecho de veto, y anuncia de antemano que utilizará con más frecuencia lo que era hasta ahora un recurso excepcional.
El general presidente parece distanciarse de cualquier vía partidista para su eventual intervención, en caso de necesidad extrema, para alterar el cuadro político vigente. Esta imprecisión es, sin duda, el aspecto potencialmente más peligroso, para los defensores de la normalidad democrática de la intervención presidencial, porque da pie a las acusaciones de populismo y de ambición de poder personal varias veces formuladas contra Eanes.
El Partido Socialista (PS), mediante un comunicado oficial distribuido pocas horas después de la alocución de Eanes, condena violentamente al jefe del Estado por criticar la ley de revisión constitucional y por negarse a dimitir del Gobierno y disolver el Parlamento.
"Si el presidente de la República está en conflicto abierto con la Constitución, debe renunciar a su mandato", empieza por afirmar el PS y agrega que "no cabe a un presidente de la República elegido como independiente sustituir al pueblo portugués en la apreciación de las alternativas políticas que, en democracia, sólo pueden ser afirmadas por el voto".
El principal partido de la oposición "critica al presidente por no tener el coraje político de destituir al Gobierno y disolver el Parlamento".
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