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Los liberales de la RFA al borde de la desintegración

El Partido Liberal (FDP) inicia hoy su 33º Congreso en Berlín Oeste, bajo el signo de la división intema y la discusión sobre su presidente, el ministro de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher, que, por primera vez en la historia del FDP, tendrá, que enfrentarse a otro candidato, Uwe Ronneburger, en competencia por la presidencia del partido.

Los últimos sondeos registran para el FDP una ligera mejoría dentro de la gravedad, un 4,3% de votos, que dejarían al partido fuera del Parlamento si las elecciones se celebrasen el próximo domingo.

El presidente liberal Genscher es actualmente el político con los índices más negativos de popularidad a nivel federal, por debajo incluso del socialcristiano bávaro Franz Josef Strauss, que solía ocupar la linterna roja. A pesar de todos estos datos negativos, Genscher cuenta con bastantes posibilidades de ser reelegido presidente del FDP en el congreso que comienza hoy en Berlín Oeste.

La situación del FDP tras los años de presidencia de Genscher es tan penosa que ni siquiera está en condiciones de ofrecer una alternativa seria a la persona del desprestigiado ministro de Asuntos Exteriores.

Situación penosa

El candidato a sustituir a Genscher, el diputado Uwe Ronneburger, es un propietario agrícola de casi 62 años, hombre íntegro y con aspecto de solidez, todo lo contrarío de Genscher, que en los últimos meses encarna la imagen del político oportunista e intrigante.Un dirigente liberal reconocía con resignación estos días, pasados, en una reunión privada en Bonn, que la única aportación ideológica del partido en estos momentos es "la discusión sobre la forma de conservar para Genscher la cartera de Asuntos Exteriores".

Ronneburger es un hombre honesto, del sector conservador del FDP, que no pudo soportar por más tiempo las, maniobras de Hans Dietrich Genscher.

Genscher y dio el paso al frente de presentar su candidatura a la presidencia del FDP como una alternativa de honradez.

Fundación de nuevos grupos

Esto parece poco para derribar a Genscher, que maneja el aparato y cuenta, al menos antes del comienzo del congreso, con una mayoría de los cuatrocientos delegados. Parece difícil que los delegados basculen en base a los discursos y debates que escuchen hoy en Berlín."Se impondrá la postura de cerrar los ojos y tirar para delante", comentaba resignado el dirigente liberal opuesto a la línea de Genscher.

La reelección de Genscher puede suponer el comienzo de la desintegración del partido. Se habla ya de la fundación de nuevos grupos liberales, que tendríán pocas posibilidades de éxito, pero restarían fuerzas a un partido que está por debajo de los míninos necesarios para sobrevivir parlamentaríamente. Son muchos los liberales que esperan sólo la reelección de Genscher para darse de baja en el FDP.

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