Los obispos, contentos con el primer discurso de Juan Pablo II

Con la satisfacción pintada en el rostro iban descendiendo los obispos del autobús que les devolvía a la Casa de la Iglesia, una vez hubieron saludado personalmente al Papa en Barajas. "Juan Pablo II ha dejado bien patente", decía el Presidente de la Conferencia Episcopal, "su aprecio por España y ya ha adelantado el marco general de lo que será su vista a nuestro país".En la sede de la Conferencia Episcopal se habían dado cita todos los empleados de la misma, seglares y clérigos, más un familiar por trabajador, que esperaban impacientemente el encuentro programado con el Papa. El Papa llegó puntualmente a la calle Añastro, donde varios centenares de entusiastas le aguardaban desde hacía horas, ocupando la calle, encaramados en las azoteas vecinas.

Tras bendecir en la capilla la nueva Casa de la Iglesia Juan Pablo II habló a los empleados de la casa y a sus familiares de la importancia de su trabajo. Era un discurso de circunstancias. Los presentes, que habían seguido con emoción y algunas lágrimas, los discursos en Barajas del Rey -"qué majo el Rey", decía una monjita, Cuando Juan Carlos I, hablaba desenfadadamente con el Papa y dejaba su puesto al cardenal Tarancón-, esperaban un momento de relajo para hacer patente su fervor. Pero el Papa se fue pronto. Mientras, fuera, seguían gritando muchas voces juveniles " queremos ver al Papa", que seguía al más generalizado "Juan- Pablo-Segundo-Te quiere-todo-el-mundo".