Pegar en la escuela
Me dirijo a usted protestando por la noticia, aparecida días pasados (10 de octubre de 1982) en su periódico, del arresto domiciliario de una maestra en Madrid. Lo que me parece más injusto aún es que el padre no esté contento con el daño hecho a esta señora y que quiera separarla de su empleo. Parece que la justicia española actúa según sea el reo, en este caso una pobre maestrilla.Hay muchos delitos graves en España y en cambio sus autores están absueltos o poco les falta.
Este es un país en el que los padres tienen impunidad para pegar a sus hijos; no está lejos el caso de esos niños que perecieron asfixiados en su casa estando sus padres fuera.
No soy partidaria de los castigos corporales en la escuela, pero una bofetada a tiempo no deja secuelas, en cambio si lo que quieren los padres es que castiguemos de otro modo a sus hijos, habría mucho que debatir. ¿Es mejor el castigo psíquico o moral? (las orejas de burro, el cartel llevado a la espalda, apartar al chico de tareas que le gusten, etcétera). Creo que esos castigos dejan complejo; la galleta, no.
Estamos viendo que la EGB fracasa, pero no fracasa por el plan de estudios en sí, sino porque los padres no colaboran a reforzar la autoridad del maestro, más bien lo que hacen es quitársela, y el niño sigue el camino más cómodo, que es no trabajar y hacer lo que quiere y apetece.
Creo que en este país hay muchas cosas que reformar, y la justicia es una de ellas. Cuidemos las escuelas, a los maestros y a los alumnos y tendremos una España futura mejor. /
y ocho firmas más de profesores de EGB.
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