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Los problemas financieros de las cajas rurales

El procesamiento e ingreso en prisión de Domingo Solís Ruiz, hermano del en otro tiempo hombre clave del sindicalismo vertical, por presuntas actuaciones ilegales en materia de gestión y financiación internacional para seguir engordando la bola de la Caja Rural de Jaén y de la UTECO de esa provincia, parece haber servido para destapar, una vez más, el arca de los secretos que guarda el mito del cooperativismo rural, tan utilizado en otro tiempo con claros propósitos propagandísticos.De un tiempo a esta parte, rara es la semana en que no salta un escándalo sobre actuaciones irregulares llevadas a cabo por los responsables de las cajas rurales, con prácticas que en un primer momento no estaban contempladas en la ordenación sobre el funcionamiento de dichas instituciones cooperativas. Las lagunas existentes y el deseo de algunos dirigentes de ofrecer mayores compensaciones a las cooperativas que integran las cajas rurales, al margen de posibles actuaciones no tan éticas por parte de otros, han posibilitado todos estos problemas.

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No resulta extraño que se justifiquen estas actuaciones con razonamientos como "hay que remunerar más los depósitos de las cooperativas", y por ello se recurre a colocar los fondos de tesorería en bancos con problemas de liquidez, que así proporcionan tipos de interés superiores a los que da la banca normalmente; de esta forma, el riesgo de quiebras y de problemas suplementarios crece con el tiempo.

Tampoco se deja de argüir, por ejemplo, que es mejor comprar los productos agrarios y almacenarlos, en espera de mejores precios, en los mercados exteriores o en los propios circuitos interiores, aunque ello signifique un encarecimiento de los costes financieros que puede llevar a la crisis de entidades tan potentes y solventes como la UTECO de Jaén o la Caja Rural de esa provincia.

Los problemas por los que atraviesan en estos momentos las cajas rurales -producto de todo este tipo de actuaciones discutibles, cuando menos, ya que los hipotéticos beneficios que se pueden obtener lo son a costa de poner en peligro la propia existencia de las mismas- no son sino el reflejo de la filosofia fundacional que tienen estas entidades.

Una escasa preparación profesional en sus cargos dirigentes; una política de empleo basada en gran parte en el amiguismo y la recomendación de todo tipo; unas plantillas claramente desmedidas, tanto en las cajas rurales como en las cooperativas que conforman este tipo de asociacionismo, y unas cortas miras en los objetivos a perseguir han dado como resultado un crecimiento tan espectacular en el número de empleados, en las oficinas abiertas y en todo este tipo de variables que no se corresponde con incrementos similares en los depósitos o en la rentabilidad y seguridad de los mismos.

El anquilosamiento en que ha estado sumido el Banco de Crédito Agrícola -al que se ha concebido casi exclusivamente como organismo encargado de proporcionar recursos escasos a ciertas explotaciones agrarias, y no como ente coordinador de toda la financiación a la agricultura, englobando dentro de ello la actividad de las cajas rurales- puede ser una de las causas del descontrol existente. La falta de normativa legal que regulara a las propias cajas rurales ha hecho el resto.

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