La respuesta popular
LA JORNADA electoral transcurrió ayer sin incidentes -mas allá de las alarmas y provocaciones propias de los tensos momentos que vive la sociedad española- y en un clima ejemplar de tranquilidad y responsabilidad ciudadanas. La impresionante respuesta ciudadana a las urnas, con una elevada participación electoral, que aleja los temores sobre la relativa indiferencia de un sector de la población española acerca del régimen político que sirva de marco a sus actividades privadas, refleja el éxito alcanzado por los partidos al movilizar políticamente: a los ciudadanos, arrancarlos de la indiferencia abstencionista peligrosamente insinuada en anteriores comicios, y enfrentarlos con sus responsabilidades como depositarios y vehículos de la soberanía popular. Estas dos notas, absoluta normalidad ciudadana y masiva respuesta electoral, nos hablan una vez más de la madurez de la sociedad española y de los deseos de la gran mayoría de nuclear con su participación activa los modos y los hábitos democráticos. Y también de lo despegados que están de la realidad los sectores involucionistas, que pretenden todavía, desde los partidos de la ultraderecha, en la mejor de las tradiciones totalitarias, que el mejor destino de las urnas es el ser rotas.
Cabe afirmar que la jornada del 28 de octubre ha significado un considerable paso en el afianzamiento de nuestras instituciones democráticas, tanto por la responsabilidad mostrada por los ciudadanos al acudir a las urnas como por el tono civilizado con que los partidos competidores han planteado sus campañas para conseguir los votos de sus compatriotas. Ayer escribíamos que estas elecciones, garantizadas por la autoridad moral y la neutralidad arbitral de la Corona, deberían ser una enérgica y pacífica réplica a los intentos golpistas de sustituir las urnas por las metralletas y la voluntad popular por los dictatoriales designios de una minoría. Hoy podemos confirmar que esas expectativas se han cumplido y añadir que la cultura democrática de los españoles ha dado pasos de gigante desde el restablecimiento, hace seis años, de los mecanismos de representación popular y de las libertades.
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