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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La economía del golpe

Los que han intentado destruir la actual experiencia democrática española se han limitado, según el autor de este artículo, a dar un golpe de mano, más o menos elaborado, para dominar al pueblo. Pero el elemento básico de la lucha contra la crisis económica, en un sistema complejo y moderno, es la articulación y la relación entre los interlocutores sociales y la posibilidad de plantear sus relaciones para hacer frente a las dificultades y los sacrificios que son necesarios.

El argumento básico de los defensores de soluciones golpistas es la capacidad de un Gobierno fuerte y autoritario de dar una respuesta eficaz y decidida a los problemas económicos y sociales.La eliminación categórica, con todos sus costes cruentos, de las tensiones sociales y la decisión manu militari suponen una solución cuyas ventajas superan a los posibles costes.

Sin embargo, la experiencia está demostrando lo contrario. Un reciente e interesante reportaje de Televisión Española ha mostrado cuál es el balance a que la dictadura militar argentina -independientemente de la aventura de las Malvinas- ha llevado al país hermano: un récord mundial de inflación, una economía desmantelada, un crédito internacional exangüe, y un empobrecimiento general son el balance.

En otro país vecino, Bolivia, la vuelta a la democracia se ha producido tras un fracaso parecido, complicado con la implicación del Ejército en el denominado narcotráfico.

En una latitud muy diferente, en lo geográfico y en lo político, Polonia se debate en una situación, angustiosa en lo económico, con una caída sustancial en el producto nacional, una resistencia real en la producción que no se arregla por la vía de decreto, y una incapacidad sustancial de hacer frente a sus responsabilidades internacionales. Los que reiteradamente han intentado destruir la actual experiencia democrática española no parecen haber estudiado estas cuestiones.

Su línea se limita a dar un golpe de mano, más o menos elaborado, para dominar al pueblo.

Pero parece que no van más allá de la versión sofisticada de Luttwak de la "técnica del golpe de Estado" del fascista italiano Malaparte. Pero dejando aparte el grado de crueldad o de salvajismo con que se podría producir la operación de neutralización, ¿qué se haría al día siguiente?

Porque el problema no es el del empleo de mejores o peores técnicos. Un elemento básico de la lucha contra la crisis económica, en un sistema complejo y moderno, es la articulación y la relación entre los interlocutores sociales y la posibilidad de plantear las relaciones entre los mismos, para hacer frente a las dificultades y los sacrificios que son necesarios.

Ningún sistema ortopédico puede reemplazar al delicado juego de equilibrios, acuerdos y tensiones que supone el funcionamiento efectivo de un sistema democrático en lo económico.

'Cirujanos de hierro'

Esta posibilidad se rompe, de modo absoluto, con la situación originada por el golpe. La única vía que queda es la consideración de los problemas económicos como cuestiones de orden público, lo cual conduce de modo directo a una política directamente represiva. Sin duda, el escenario con el que se encontrarían los golpistas triunfantes sería el de una resistencia más o menos activa, pero, en cualquier caso, sorda y pasiva, una desconfianza generalizada, la paralización de las inversiones y, sobre todo, una catastrófica caída del nivel de crédito y confianza de nuestro país en los mercados internacionales.

Este es el brillante futuro despejado de nubes que nos pueden ofrecer los cirujanos de hierro. Evidentemente, hay cosas que no se dicen y que son bastante claras; por ejemplo, que los defensores de este tipo de situación figuran entre aquellos cuyo poder y renta se obtenía a partir de situaciones relacionadas con el poder político o con sus aledaños en el - asado régimen, igualmente que ante la polarización que se produce, mientras se tenga una adhesión inquebrantable al ganador, no hay graves problemas en el hecho de pagar impuestos o en obtener ilimitados lucros.

Pero, aun sin triunfar, el golpismo va produciendo efectos.

El menor es el despilfarro del dinero público que se deriva del indebido empleo de los recursos presupuestarios públicos por estos señores, que debería ser objeto de una intervención concreta y de la correspondiente exigencia de responsabilidades.

Pero hay otro mucho más grave, y es el aumento de la incertidumbre, que provoca retraimiento en la inversión, desconfianza exterior en la solidez de nuestro país y un endurecimiento con respecto al mismo.

Estamos viviendo ya. este tipo de efectos, que estamos pagando todos los españoles.

Si además los españoles pagamos, a través de los impuestos, los medios para que se defienda nuestra nación, y éstos son indebidamente utilizados en contra de los ciudadanos, es necesario que el Gobierno exija a estos falsos patriotas no sólo las responsabilidades penales que se derivan de sus actos, sino también el sistemático despilfarro y malversación que hacen de los fondos públicos.

Enrique Barón es abogado y economista.

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