Gonzalo Torrente Ballester publica una parte de sus apuntes sobre literatura

Gonzalo Torrente Ballester presentó ayer en Barcelona su última obra, Memorias de un vate vago, publicada por la editorial Plaza y Janés. El libro contiene la transcripción de una cantidad abundante de cintas magnetofónicas en las que el escritor dictaba notas preparatorias para sus novelas, entre los años 1961 y 1976. "Al principio pensé que un magnetófono podría ser muy útil para el trabajo literario, y poco a poco acabé haciéndole mi confidente", explicó el propio autor a este diario.El libro no contiene todas las cintas relativas al periodo. Las lagunas existentes se deben, sin embargo, "más a una azar que a un criterio de selección, aunque he elegido aquéllas que están relacionadas con la literatura". El escritor afirma disponer de un número considerablemente mayor de cintas que podría añadir al libro en futuras ediciones. "Con un poco de paciencia", dijo, "podría hacer un volumen con el doble de páginas del que ahora ha aparecido". Este tiene unas 370 páginas. Entre las cintas que lamenta no haber incluido se hallan unas, correspondientes al año 1966, en las que alude a la falta de éxito de sus obras del periodo, especialmente Don Juan, obra "que ahora está empezando a ser entendida, pero que yo publiqué en 1963". Según cuenta el escritor, en aquella época "se dijeron muchas sandeces de mi obra, de las que ahora me siento vengado con el éxito popular de Los gozos y las sombras. Esto demuestra que no era una obra impopular, como dijeron algunos críticos, y que los tíos que dijeron eso eran unos imbéciles".

Torrente Ballester no cree que el libro vaya destinado al gran público. "Este es un libro extraño, muy usual en otras sociedades literarias, pero poco en España, donde no se escriben o no se publican ni notas, ni memorias, ni diarios, ni cartas". Antes, había regalado un manuscrito a la Universidad de Albany (Estados Unidos), en la que profesó durante tres años, pero "no se publicará hasta algunos años después de mi muerte. Hay luego otro manuscrito confiado a una insitución cultural, otro perdido y aún otro más que destruí".

La mayor parte del libro recoge las notas tomadas para la redacción de La saga-fuga de J. B., obra que le costó tres años proyectar y escribió en tres periodos de dos meses. "En general, me ha pasado con todas mis obras que tardo en pensarlas y luego las redacto con facilidad, pero en el caso concreto de La saga-fuga de J. B., como ya me ocurriera en Don Juan, topé con que es muy difícil de organización, muy carente de modelos, de manera que los apoyos normales del escritor me faltaban. La dificultad fundamental era trabajar con materiales dificílmente homologables por su diversidad y que, sin embargo, parecían buscar una ordenación racional, cuyo resultado estético serían cuatrocientos folios para destruir porque no me hubieran servido.

Tuve que buscar otra ordenación, jugar con un sistema rotativo que, sin preocupaciones de orden temporal o espacial, permitieran introducir las relaciones temáticas entre unos y otros, relaciones que eran, muchas veces, puramente verbales".