El voto tonto
Landelino Lavilla, en su campaña atípica, ha acuñado el otro día, refiriéndose a Fraga, una frase que me parece sencilla y certera: "el voto tonto".Habría que matizarlo hablando del voto obvio, el voto simple o el voto que no va a cambiar nada mas, para el auditorio de mil cabezas y algunas boinas, vale "el voto tonto". Voto tonto por voto tautológico, porque de lo que se trata es de cambiar a mejor la sociedad española, y el voto a Fraga es el voto a la continuidad que viene de mucho más atrás de Franco. No entro en campaña, no sé si esta continuidad es buena o mala. Pero subrayo que, con tantos problemas como tenemos los españoles, es un poco tonto votar a una opción que, bajo los nombres de conservatismo, orden o fidelidad, sólo ofrece un continuismo mediocre con las tuercas más apretadas y los nudos mejor hechos.
Claro que hay españoles que necesitan o reclaman más tuercas y nudos, pero la inmensa mayoría (mejor, la inmensa minoría de Juan Ramón) quiere libertad. El domingo he estado en la finca del gran neurólogo Alberto Portera, que a veces, da unas fiestas entre excursionistas y Antonioni, con Pablo Serrano, Sempere, Saura, Antonio López, Hafida (legendaria Hafida de sus tiempos de embajadora de Argelia), Lamazares, Pilar Miró, Jaime Chávarri, Teresa Marquina, Guerrero, Harguindey, el niño rubio de Pilar y algunas adolescentes incógnitas de medias malva sobre la malla. Me dicen los pintores que meter un Picasso en España cuesta, en impuestos, un 25% del precio, con lo que nunca podremos llenar este país de arte.
Es una ley ucedé y el voto tonto -pan con pan, voto a lo mismo que tenemos- no va a cambiar esa ley ni otras. En el party/Portera se registra una voluntad de cambio intelectual que el psocialismo debiera capitalizar, si sabe. Ceno con Marsillach y Mercedes. Adolfo me cuenta de cómo le chulean por las provincias y autonomías, abusando de su timidez, para dar conferencias y ser jurado de cosas. Nadie ha hecho una política cultural en España, pero hay en los saraos intelectuales y artísticos un clima yo diría que muy "Residencia de Estudiantes", un ambiente post/dictadura que lo espera casi todo del psocialismo moderado y, efectivamente, considera que votar a lo mismo (Fraga viene de lo mismo) sería un voto tonto. Después de 150 años de derecha (y dice mi santa esposa que me quedo corto), seguir votando derecha/derecha es practicar, en efecto, el voto tonto, y esto le atañe incluso al troquelador de la frase, señor Lavilla, que si no promete y cumple cosas más aventureras, en su campaña, puede límitarse a recaudar el sobrante de votos tontos. Me piden colaboración para el homenaje nacional a Jorge Guilién, mi paisano y amigo de noventa años jóvenes. Aquellos hombres del 27 eran ya europeos, de entrada, a despecho del dictador (el otro). Marisa Rodríguez habla de la paz, el desarme y la libertad en Argüelles. Tuñón de Lara, Aranguren y Tierno presentan una colección de cultura popular y divulgaciones de actualidad. Victoria Vera presenta Lorenzaccio, de Musset. La fuerza y pluralidad del cambio es tan viva y evidente en la realidad española que, más que por el cambio, con o sin rosas, hay que votar por la corroboración de un salto que se viene operando desde hace una década en este país. "Por el cambio" es un eslogan tardío en cuanto que España ha cambiado mucho y eso no hay quien lo pare. Comprendo que el laconismo obliga, pero habría que votar, ya, que nadie se detenga.
Voto tonto es votar a lo de siempre, a lo que ha habido y estado siempre. Voto tonto es el que se anula a sí mismo por tautológico y boomerang. Voto tonto es el voto asocial que sólo revierte en los propios interesados. El que no se entera de que España no es tonta.
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