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El Gobierno francés recortará el programa nuclear

Francia va a desacelerar la realización de su programa electronuclear, el más ambicioso del mundo. Los problemas financieros y la baja del consumo son las razones que en los próximos años incitarían al Gobierno a tomar dicha decisión, a pesar de que se plantearían problemas de empleo y tecnológicos.

El vasto programa nuclear lanzado al inicio de la década de los años setenta por los Gobiernos gaullista y giscardiano deja entender informes competentes que sería sensiblemente recortado a partir del año 1984. En 1980 Francia comenzó la construcción de nueve reactores nucleares cada dos años. El primer Gobierno socialista ya redujo a seis reactores el plan 1982-1983, y en 1984-1985 sólo tres reactores empezarán a construirse.

Dos razones determinan la nueva estrategia electronuclear gala. La baja del consumo, en primer lugar, como consecuencia de las economías de energía. La recesión económica mundial ha provocado el descenso de las necesidades energéticas (en Francia bajó el 2% en 1981). La ruptura del crecimiento fuerza el reajuste de la producción: hace cinco años Francia calculaba que en 1990 la demanda de electricidad en el país se elevaría a 460.000 millones de kilovatios.

Los expertos actuales estiman que a partir del escaso crecimiento económico que se prevé a medio plazo esa demanda pudiera situarse alrededor de los 370.000 millones de kilovatios.

Dificultades financieras

En segundo lugar, los responsables oficial es evocan las dificultades financieras, agravadas por la política de austeridad que desde el verano pasado ha impuesto el Gobierno del primer ministro, Pierre Mauroy. El desarrollo normal del programa electronuclear es incompatible con la deuda de 120.000 millones de francos de Electricité de France.La empresa nacional constructora de las centrales nucleares, actualmente la EDF, invierte 30.000 millones de francos anuales, de los que veintiún millones corresponden al proyecto nuclear, pero este organismo se ve obligado a solicitar créditos en los mercados de divisas, y sabido es que las tasas altas practicadas encarecen de manera insoportable los planes de producción.

El Gobierno aún no ha tomado la decisión, pero el proceso descrito parece irreversible en una u otra medida. Las dudas las plantean los problemas de reconversión de una parte de la industria nuclear. En el programa francés participan entre 150.000 y 200.000 personas, y seiscientas empresas, directa o indirectamente, viven de la misma mina. Los altos niveles tecnológicos conseguidos son otra interrogación.

Parece ser que no todo el mundo está de acuerdo en la esfera de los responsables políticos y de los expertos en la materia. No faltan quienes defienden el mantenimiento del ritmo de construcción nuclear actual. Otros preconizan la desaceleración, y un tercer grupo pleitea en favor del aumento de las centrales de carbón.

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