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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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Economía y cambio político en la España contemporánea / y 2

Cánovas, identificando nacionalismo económico con patriotismo político, diseñó el modelo keynesiano español que ha pervivido: proteccionismo arancelario, intervencionismo económico y empresa pública al servicio de un capitalismo residual.España había llegado a 1873 con una estructura política precaria, entre espadones y oratoria, pero sin democracia, y con una economía industrial incipiente pero desarticulada. Por eso, ni las viejas fuerzas políticas aceptaron la República, ni los poderes económicos, el librecambio.

Desde 1875, la restauración política debía ser también restauración económica. Sin embargo, como el proteccionismo tradicional y el librecambismo reciente había demostrado su ineficacia, se diseñó un nuevo programa económico: los tratados comerciales con distintos países, que reformaban la ley liberal de 1869 según las distintas partidas del arancel.

Los tratados de comercio iban negociándose separadamente con Francia, Bélgica, Italia o Reino Unido, y los nuevos derechos establecidos variaban en cada tratado y en cada partida. Tenían generalmente una duración quinquenal Es decir, los tratados suponían una incertidumbre periódica que obstaculizaba la organización económica. Con estos argumentos los proteccionistas reclamaban aranceles generales para devolver la soberanía arancelaria al país mientras el Gobierno liberal de Sagasta amenazaba con nuevas rebajas hasta convertirlos en meros derechos fiscales.

En 1884 sobrevino la crisis metalúrgica, textil y agraria como consecuencia principalmente de las revoluciones técnicas en los procesos productivos y de la integración internacional de los mercados. Buenos hierros, telas y trigos llegaban a bajos precios abundantemente a España, depreciando y limitando la producción nacional.

Los sectores afectados reaccionaron inmediatamente. Las organizaciones patronales y sectoriales se unieron en defensa de sus intereses. La Liga Vizcaína de Productores, el Fomento del Trabajo Nacional catalán, la Asociación Hullera -promovida por los mineros asturianos- y la Liga Agraria Castellana, recién creada, pedían la vuelta al arancel protector para solucionar los problemas económicos, a lo que Sagasta se oponía. Cuando Cánovas se definió proteccionista y proclamó que , era obra patriótica reservar el mercado nacional", la solución estuvo clara para todas las fuerzas económicas: los conservadores debían volver al poder.

Cánovas tomó posesión del nuevo Gobierno y poco después se aprobó el famoso arancel proteccionista de 1891. La guerra civil económica había terminado. Empezaba un nacionalismo económico que Cánovas supo identificar con el patriotismo político. Desde entonces, la historia contemporánea española no ha sabido desprenderse de este esquema.

La pérdida de las últimas colonias, en 1898, que supuso una conmoción nacional en el orden social y cultural, en el económico consolidó la posición nacionalista, porque el fin de los gastos de guerra y la posterior repatriación de capitales garantizan la continuidad de una política que estaba favoreciendo el crecimiento económico. El movimiento regeneracionista fue un asunto de intelectuales que discutían sobre los males de la patria y que tuvo un débil reflejo en la vida pública, con el surgimiento de los partidos regionalistas como alternativa a lo que Cambó llamaba política de artificio.

Pero la política económica proteccionista continuaba. En 1906 se volvían a elevar los aranceles. En 1907 Maura imponía en las industrias públicas los productos nacionales. Como ha señalado el historiador inglés Carr, el resto de Europa también era entonces propoteccionista; pero lo que distingue a España es la intensidad con que se persigue el ideal de la autosuficiencia y la rapidez con que elintervencionismo encaja en las tradiciones del Estado.

El tinglado político de la restauración acabó finalmente por los conflictos sociales, la crisis económica posterior a la primera guerra mundial y los problemas en Marruecos; pero el dictador Primo de Rivera sólo tuvo la idea económica de continuar interviniendo más y protegiendo mejor.

Después, la experiencia republicana estuvo presidida económicamente por las consecuencias de la crisis internacional de 1929, y fue tan corta en años y tan larga en conflictos que no tuvo tiempo de ensayar seriamente otros caminos.

El franquismo recurrió al manual económico de Primo de Rivera y favoreció, como Cánovas, la emigración exterior -ahora, a Europa; entonces, a América-. Con la expansion europea pudo beneficiarse también, como es sabido, del turismo. El régimen acabó cuando la crisis económica internacional ya había agotado el modelo secular de crecimiento. Y hasta hoy ninguna idea económica nueva aportó la transición.

Al próximo Gobierno se le presenta la oportunidad histórica de modernizar por fin la convivencia económica y política de este país, anegada durante los siglos XIX y XX entre absolutismos obsoletos y revoluciones pendientes en lo político, y proteccionisrrios egoístas e intervencionismos absurdos en lo económico.

Germán Ojeda es profesor de Elistoria Económica en la Universidad de Oviedo.

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