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La esfinge de Gizeh, víctima de sus restauradores

La esfinge de Gizeh, majestuoso y enigmático monumento símbolo del Sol entre los antiguos egipcios, se muere irremediablemente. Este mito esculpido en roca hace 5.000 años bajo la forma de un quimérico ser con cabeza, humana y cuerpo de león ha estado condenado a muerte desde hace casi sesenta años por la mano científico-técnica del hombre: un error en la elección de los materiales utilizados en las últimas obras de restauración a las que fue sometido en 1926 ha hecho que numerosas fisuras hayan aparecido en su base con el inminente peligro de que esta gigantesca estatua de diecisiete metros de altura y 38 de ancho se convierta en un montón de escombros.En aquella desafortunada intervención, los especialistas emplearon una mezcla de cal con un elevado porcentaje de sal y piedra de mala calidad. La sal, al cristalizarse, ha corroído poco a poco la piedra y creado en su interior una presión excesiva. Ahora, la reparación definitiva se prevé muy difícil y complicada, si no imposible, dada la extensión y gravedad de .los deterioros.

No obstante, se pretende sustituir las partes mas dañadas y reforzarlas con polímeros plásticos. También se intentará disminuir la proporción de sal, compuesto responsable de la destrucción de algunos otros monumentos históricos, como las edificaciones griegas y romanas.

Si a todo ello le sumamos que a través de las grietas se están filtrando las aguas subterráneas existentes bajo las arenas que asientan la estatua, no es de extrañar la preocupación tanto del Ministerio de Cultura egipcio (quien paralizó hace dos años un proyecto de restauración por falta de presupuesto), como de los historiadores y amantes del arte.

En una lucha contra reloj, los expertos confían ahora, aunque no con demasiadas esperanzas, en salvaguardar para las generaciones futuras una de las más valiosas aportaciones del milenario faraón Kefrén, el cuarto faraón de la cuarta dinastía. La esfinge data del siglo III antes de Cristo y, según todos los indicios, representa el retrato del fallecido faraón. Se trata de una de las representaciones de este mítico animal más antiguas y monumentales conocidas aunque existen muchas posteriores que constituyen igualmente retratos de la realeza.

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