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Crisis de Oriente Próximo

El Ejercito israelí, profundamente dividido por la matanza de palestinos

La matanza de palestinos en Beirut ha enfrentado abiertamente a altos oriciales del Ejército israelí con el ministro de Defensa, Ariel Sharon. Días después de los asesinatos colectivos, el jefe de una brigada aerotransportada se enfrentó a Sharon con - las siguientes palabras: "Tan sólo soy un coronel, pero le advierto, en nombre de 3.000 paracaidistas, que no confío en usted".

En el curso de una tormentosa reunión de tres horas entre más de cien altos militares y el jefe del Estado Mayor israelí, teniente general Rafael Eytan, algunos oficiales predijeron que durante la investigación sobre las matanzas que el Gobierno ha puesto en marcha, Sharon intentará implicar a sus propios generales antes de aceptar su culpabilidad. "Sharon realizaba dos vuelos diarios a Beirut y conocía al detalle lo que ocurría, hora a hora", afirmó un general. ¿Cómo puede afirmar que no se enteró durante todo el viernes de lo que estaba ocurriendo en los campamentos?"."Sharon ha introducido nuevos niveles de decepción en el Ejército israelí", afirmó otro.

La pasada semana, Sharon convocó en Tel Aviv al mismo grupo de generales. Provisto de una transcripción de la reunión con Eytan, Sharon les retó a que repitieran ante él sus quejas. Tras escuchar sus acusaciones -gran parte de ellas expresadas en términos mucho más suaves que ante Eytan-, Sharon pronunció un sermón en torno a la disciplina militar en una democracia. "Si queréis enfrentaros conmigo", les dijo a los generales, "tendréis que hacer lo que yo hice hace diez años colgar los uniformes y entrar en política".

Aparentemente, Sharon aplacó los ánimos de algunos generales, pero numerosos altos oficiales se revolvieron airados contra el ministro de Defensa. "Si esto fuera América del Sur y no Israel", afirmó uno de los presentes, "pensaría en la posibilidad de un golpe de Estado".

Los generales israelíes no son los únicos que hacen campaña contra Sharon. Desde el pasado verano, miles de reservistas que sirvieron en el frente han firmado peticiones solicitando la dimisión del titular de Defensa. Entre los críticos más acérrimos de Sharon figuran algunos oficiales claves. El coronel Efl Geva, de 32 años, conocido comandante de una brigada de tanquistas, pidió que le relevaran durante el asedio de Beirut occidental.

Oposición de reservistas

Su acto de conciencia le llevó a dejar el Ejército. Abrahani Burg, de veintisiete años, hijo del ministro del Interior, Yosef Burg, es otro de los disidentes: teniente en la reserva que se presentó voluntario, a pesar de sufrir graves lesiones en la espalda a raíz de un accidente de paracaidismo, no tardó en desilusionarse con la guerra "Nos habían dicho que ya que nuestro Ejército es tan poderoso, sólo puede utilizarse cuando está en peligro la existencia de Israel Pero allí nos mataban y matábamos sin que existiera ese peligro".

Otro de los veteranos contrarios a la guerra vio en sus enemigos palestinos en Líbano algo más que meros "terroristas". Yehoshua Yashuv, de veintisiete años, fue sargento en una unidad aerotransportada que se enfrentó durante tres días a un grupo de palestinos que defendía desde diversos bunkers un campo de refugiados cercano a Sidón. "Cuando por fin les redujimos y vimos qué pocos eran, nos dimos cuenta de que la gente que lucha tan desesperadamente por su causa no puede ser derrotada por las armas", recuerda ahora, argumentando que Israel debería entrar en conversaciones con los palestinos e intentar llegar a un acuerdo con ellos. En otros aspectos, los palestinos tampoco se ajustaban a la imagen que de ellos tienen muchos israelíes. "Vimos los libros que había en sus habitaciones", explica Yashuv. "No sólo estaba Marx... Había poesía, clásicos griegos, buena literatura. No eran tan sólo un montón de salvajes como nos habían dicho". Algunos soldados israelíes, por su parte, mostraron un alto grado de indisciplina en Beirut occidental, llevándose los televisores, los tocadiscos y otros recuerdos bélicos. En un obsceno gesto de desprecio, algunos incluso defecaron sobre las alfombras y los muebles antes de abandonar,la ciudad. "Jamás los sirios se comportaron así", explica una ama de casa.

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