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Ambiente de total normalidad en la clausura del curso de la Escuela de Guerra Naval, presidida por el Rey

El rey Juan Carlos presidió ayer al mediodía la clausura de curso de la Escuela de Guerra Naval y entregó sus diplomas de Estado Mayor a los veintiocho integrantes de la 34-4 promoción, de los que ocho provienen de otros países. Asistieron el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo; el ministro de Defensa, Alberto Oliart; el almirante jefe de Estado Mayor de la Armada, Saturnino Suanzes de la Hidalga, y sus homólogos en los Ejércitos de Tierra y Aire, generales Ramón Ascanio Togores y Emilio García Conde, respectivamente.

El vicealmirante Salvador Moreno de Alborán y Reina, director de la Escuela de Guerra Naval, pronunció la última lección, y explicó "que los tres poderes (terrestre, naval y aéreo) son complementarios y que de su desarrollo armónico, congruente con las características geoestratégicas de nuestro territorio nacional, derivará nuestro verdadero potencial bélico, de forma que el producto situación estratégica por fuerza' alcance el valor que nos permita ser temidos por nuestros enemigos y deseados por nuestros aliados, a los que tenernos que aportar algo más tangible y contundente que nuestra envidiable geografía".Escasos minutos antes de que diera comienzo el acto, el capitán de navío en la reserva Camilo Meriéndez Vives, condenado en el proceso seguido por la rebelión militar del 23-F, fue invitado a abandonar el salón de actos de la Escuela de Guerra Naval, adonde había llegado, en un coche oficial con banderín reglamentario, acompañando al teniente general en la reserva Fernando de Santiago y Díaz de Mendívil. Camilo Meriéndez -según relató él mismo a la agencia Europa Press- había sido invitado al acto por la dirección de la escuela, por ser diplomado de Estado Mayor y antiguo subdirector del centro. La citada agencia recuerda que Camilo Menéridez cesó en ese destino al protagonizar un enfrentamiento con el vicepresidente de la Defensa en el entierro de unos militares víctimas del terrorismo, incitando a la algarada a gritos de "por encima de la disciplina está el honor".

Lección de 20 folios

El vicealmirante Salvador Moreno de Alborán dictó una lección de casi veinte folios, en la que recogió citas del general Mac Arthur, del pensador José Ortega y del poeta Antonio Machado; pasó revista a las analogías y diferencias de soldados, marinos y aviadores y a la conformación de los poderes terrestre, naval y aéreo, y avanzó algunas conclusiones del pasado conflicto de las Malvinas. Subrayó inicialmente la educación en un ambiente de honradez, austeridad, dureza y disciplina como características comunes, y señaló que la práctica de estas virtudes constituye el único procedimiento para tratar de alcanzar la plenitud moral, psíquica y física con la que enfrentarse a situaciones graves y comprometidas, que a veces surgen, sin aparatosidad ni sangre, bajo diversas formas de corrupción, deshonestidad o ambiciones bastardas.

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Concluyó, con Ortega, que "lo importante es que el pueblo advierta que el grado de perfección de su Ejército mide, con pasmosa exactitud, los quilates de la moralidad y vitalidad nacionales.

En cuanto a las diferencias, destacó que el soldado, en el campo, jamás logra aislarse de los problemas planteados por el terreno, el movimiento, el horario, el aprovisionamiento, la necesidad de protección. En contraste, el aviador manifiesta siempre un enorme interés por los problemas de: la rapidez y del espacio, por el conocimiento de tecnologías avanzadas y su repercusión en el combate; y el marino, desligado de la posesión del terreno y de los límites impuestos por rígidas fronteras, se interesa por los problemas del comercio y de las comunicaciones marítimas y tiene una especial predisposición hacia los temas estratégicos. En resumen, dijo que el Ejército del Aire destruye, la Armada bloquea y el Ejército de Tierra ocupa.

En cuanto a la guerra de las Malvinas, frente al sensacionalismo de los medios de comunicación social, que airearon con grandes titulares derribos de aviones y hundimientos de buques, se fijó en el papel de los tres submarinos nucleares británicos que, a partir del hundimiento del crucero General Belgrano, mantuvieron a la Armada argentina bloqueada en sus bases y en el impresionante despliegue logístico que aseguró el apoyo a la flota a 8.000 kilómetros de distancia.

El Rey impuso la cruz del Mérito Naval al número uno de la promoción y el encargado de negocios de Argentina entregó un premio a otro de los más destacados. Los ocho alumnos extranjeros que ayer se diplomaron procedían de Suráfrica, Filipinas, Perú, Uruguay, Argentina, Estados Unidos y Chile. Concluida la ceremonia, los asistentes fueron obsequiados con un vino español, del que se excluyó rigurosamente a los periodistas acreditados, que pasaron el tiempo en alegre e interesante tertulia con los conductores de las relevantes personalidades invitadas.

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