Mitterrand hace en Estrasburgo un elogio de las libertades europeas
ENVIADO ESPECIALEl presidente galo, François Mitterrand, ha sido el primero de su país que se dirige a la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en Estrasburgo. La presencia de Mitterrand en el más veterano foro europeo tras la segunda guerra mundial potencia políticamente esta institución, en la que los actos de ayer se resumieron en un mano a mano Mitterrand-Areilza, en honor de las libertades individuales y colectivas en Europa y en el mundo.
El líder francés rindió homenaje al iniciar su discurso al "hombre de Estado europeo" José María de Areilza, presidente de la Asamblea de Estrasburgo. De antemano, en el marco de la 34ª sesión ordinaria del Consejo de Europa, el político español había saludado elogiosamente a Mitterrand, terminando su breve alocución de manera intencionada: en un momento en el que se habla o se reflexiona abundantemente sobre los espacios europeos (espacio jurídico, por ejemplo), habría que pensar en el "espacio europeo de los veintiuno del Consejo de Europa".
El mensaje de Mitterrand, calificado de "luminoso y lúcido" por Areilza, y de "íntimo y culto, pero no operativo" por parte del parlamentario español Joaquín Muñoz Peirats, puede resumirse diciendo que fue un elogio de las libertades individuales y las colectivas, de los derechos humanos, de la democracia en suma.
Con palabras nutridas del pozo de cultura que es, el presidente francés, a lo largo de tres cuartos de hora, discurrió ampliamente sin mojarse sobre toda la temática europea, subrayando la importancia que él da al Consejo de Europa como laboratorio de ideas y de reflexión.
"No hay Europa de los diez o de los veintiuno", dijo Mitterrand, para reafirmar que lo que existe es una civilización europea con responsabilidades mundiales. Y añadió el dirigente francés que "no es necesario atravesar el Atlántico" para encontrar fuentes de inspiración, incidiendo así en la campaña de su ministro de Cultura, Jack Lang, en favor del redescubrimiento de una identidad europea que "resista a los consuelos comerciales de la cultura" importada de Estados Unidos.
La jornada Mitterrand-Areilza concluyó con un almuerzo de ambos con los parlamentarios de los veintiún países representados en Estrasburgo. En el brindis evocaron el origen de su amistad, en el año 1971, en París, cuando Areilza, según Mitterrand, apostaba por una España democrática, y cuando el entonces líder socialista, según Areilza, se perfilaba como presidente francés.
En este brindis, el humanista Mitterrand ("lo soy", dijo, "porque me interesa el hombre") confesó que sobre el futuro europeo "no soy capaz de escudriñar".
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