_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un clima de quiebra

Las sombrías previsiones de algunos profetas de desgracias que anunciaban sin pudor que el sistema de endeudamiento en el que se iban a comprometer terminaría necesariamente mal les parecían irreales, a la vista de los análisis serios fundados en sabios modelos. Casandra era ignorada o ridiculizada con facilidad por los economistas del Fondo, capaces de extrapolar las estadísticas a largos períodos y de presentar planes cada vez más sofisticados destinados a afianzar los momentos difíciles.Se han presentado como otras tantas tablas de salvación, alternativamente, la emisión de derechos especiales de giro (destinados a sustituir al oro), la reconversión indefinida de los excedentes de la OPEP y la diversificación de las monedas de reserva (a fin de aliviar la carga del dólar).

Bien es verdad que desde el abandono de una cotización fija del dólar en 1973 (generalización de los tipos de cambio flotantes) y la creación de la serpiente europea por el Sistema Monetario Europeo (1978), el Fondo Monetario Internacional ha cesado prácticamente de jugar un papel en la gestión de las grandes monedas, con la excepción de algunas operaciones de salvamento, como la de la libra esterlina en 1976.

Programas de estabilización

El Fondo se ha convertido, principalmente, en una institución de préstamo a los países del Tercer Mundo, subordinando sus ayudas a la aceptación por estos últimos de programas de estabilización a menudo draconianos y puestos muchas veces a merced de las luchas políticas internas (Turquía, Jamaica).

Es precisamente del lado del Tercer Mundo donde se presentan en la actualidad las amenazas más graves o por lo menos las más manifiestas. La quiebra de México ha tenido el efecto de un trueno en un cielo que, desde hacía tiempo, había dejado de ser completamente sereno.

Ha desaparecido el optimismo de antaño. Ha cedido lugar al catastrofismo más negro por parte de los expertos oficiales, que durante tanto tiempo se habían negado a creer en las evidencias más simples. ¿Cómo se podrá impedir, en un futuro más o menos próximo, un hundimiento del sistema bancario internacional? Esa es la cuestión que se plantea.

Pronto surge otra pregunta que hace más angustiosa la primera: ¿cómo mantener el control sobre los acontecimientos mientras que, simultáneamente, reina el desorden más profundo en los mercados de cambio, donde las fluctuaciones de cotización son más amplias que nunca, después de los piadosos votos hechos en la cumbre de Versalles a favor de una regularización concertada? Los acontecimientos no cesan de precipitarse; los disturbios vuelven a comenzar en Polonia, mientras que la negociación para el escalonamiento de las deudas que vencen en 1983 apenas ha comenzado; la apertura de discusiones sobre la deuda argentina corre el riesgo de verse atrasada por las querellas jurídicas entre Londres y Buenos Aires, y así sucesivamente...

El plan de salvación de México, cuyas líneas maestras han sido anunciadas en el mes de agosto (2.000 millones de dólares puestos inmediatamente a su disposición por los norteamericanos, 1.800 millones por el BRI y los principales bancos centrales, de los que ya se ha liberado una primera porción, y la posibilidad de un préstamo de 4.000 millones del FMI), había traído un alivio pasajero. Pero las últimas medidas tomadas en México (nacionalización de los bancos, imposición de una base draconiana al control de los cambios) han avivado el clima de inquietud.

La insolvencia de América Latina

En los medios financieros y bancarios internacionales reina en estos momentos la consternación, a medida que la lista de países insolventes aumenta de día en día. Tras las quiebras polaca y rumana, actualmente es Alemania del Este la que atraviesa una mala situación, lo que no podrá sino agravar más la situación de los bancos prestamistas de Alemania Occidental, ya sobrecargados de malos créditos. Prácticamente todos los países de América Latina, a excepción de dos o tres, aparecen en quiebras más o menos abiertas; Brasil está en el filo de la navaja; el prestigioso Delfim Neto, ministro del Plan, que dirige, de hecho, la economía, continúa usando expedientes para procurarse los fondos necesarios para hacer frente a unos 15.000 millones de dólares de pagos de la deuda de 1982.

Uno de los expedientes consiste en exigir, a propósito de la compra de una fábrica o de importantes bienes de equipo, créditos mayores, incluyendo el montante de los gastos locales, que únicamente ocasionarán desembolso de cruceiros.

Argentina, cuya deuda exterior supera en 10.000 millones de dólares a la de Polonia (con un total de 35.000 millones), debe hacer frente este año a_vencimientos que se elevan a unos 10.000 millones. Tendrá, sin duda alguna, que renegociar una gran partida. Chile no va mucho mejor; Perú está a la deriva.

Salvando todas las distancias, el continente africano está en una situación crítica también. Entre los países del Africa negra, sólo Camerún puede estar presente en el mercado de eurodivisas. Los banqueros comienzan a tener también serias dudas sobre ciertos países desarrollados. Vacilan en conceder créditos suplementarios a los daneses y españoles.

Globalmente, la extraordinaria expansión de los créditos internacionales, que no ha cesado desde 1973, ha tenido como razón de ser la voluntad desenfrenada de evitar o de diferir los efectos de la crisis. Todas, o casi todas, las posibilidades de aplazamiento parecen hoy agotadas. La acumulación de deudas no ha ido acompañada a me nudo de la creación de los activos productivos correspondientes, capaces de engendrar las rentas necesarias para pagar los intereses y el principal. Eso se explica fácilmente, porque muchos de los paises han pedido préstamos para sostener el consumo y comprar petróleo. Y como lo subraya un estudio que acaba de publicar el GATT, muchos productos industriales que han sido financiados a través de empréstitos se revelan insuficientemente rentables para financiar el coste de la deuda. Es el caso notorio de las inversiones pe troleras ralizadas con la esperanza de un aumento continuo del precio de la energía. La imposibilidad de pago en que se encuentra la firma Dome Petroleum, del Canadá, de aceptar y pagar sus vencimientos, es el ejemplo más reciente de este fenómeno.

La deuda a corto plazo

Aún es preciso persuadirse de que la situación es peor en realidad de lo que parece a primera vista. Toda la atención se ha centrado en la renegociación de la deuda a medio y largo plazo, como en Polonia o Rumanía. Pero los países deudores están también fuertemente endeudados a corto plazo, ya que, desde hace algunos meses, los bancos se vienen negando a comprometerse en su favor más allá de unos pocos meses. Las estadísticas internacionales, en general, no tienen en cuenta esos créditos. Muchos bancos se niegan actualmente, pura y simplemente, a renovarlos, lo que no dejará de tener graves consecuencias en el nivel de la actividad general. Cada vez que un banco se niega a financiar letras de crédito que representan el pago de importaciones, son otros tantos pedidos de menos para las fábricas de Europa, de Japón o de Estados Unidos (o de aquellos países recientemente industrializados). Según las estadísticas oficiales, es, entre intereses y principal, alrededor de 80.000 millones de dólares lo que los países del Tercer Mundo deberían reembolsar este año. Pero si se tiene en cuenta el conjunto de sus cargas de tesorería, se alcanza una cifra, según ciertos cálculos, sin duda superior a los 200.000 millones de dólares. Está fuera de duda que el aparato bancario responde a llamadas muy masivas.

Es un error que se haya podido pensar que la progresión de los créditos internacionales, y particularmente del mercado de eurodivisas, sea un hecho natural. Este mercado podría contraerse brutalmente, como ya ocurrió durante el verano de 1974 (un factor que, sin duda, ha contribuido poderosamente al estallido de la primera gran recesión de la posguerra), ya que es verdad -verdad, sin embargo, olvidada desde hace muchos años- que los desequilibrios financieros no pueden perpetuarse indefinidamente, ni en un sentido ni en otro.

El proteccionismo

Tres años después del. segundo conflicto petrolero, los excedentes de la OPEP, sobre los que los doctos expertos habían basado grandiosos planes de reconversión, están a punto de desvanecerse bajo el efecto conjugado de la bajada del precio del petróleo, de la disminución de las entregas y del aumento de importaciones de todo tipo de los países productores de oro negro. Al mismo tiempo, el endeudamiento deja de aumentar cuando los prestamistas comienzan a tener dudas serias sobre la solvencia de los deudores. Entonces comienza el proceso de reducción de la inflación, e incluso de deflación, que amenaza hoy a la economía mundial más que en ningún otro momento desde el comienzo de la gran crisis internacional. El creciente proteccionismo que denuncian a la par el GATT y el FMI no puede tener otro efecto que el de acelerar ese proceso al hacer irrecuperables los créditos de un creciente número de empresas dirigidas a la exportación.

Cuando la inflación, aunque en disminución, está lejos de ser yugulada en el mundo, sigue habiendo un problema más importante que cualquier otro: la liquidez, de la que un número creciente de Estados y de empresas tienen necesidad urgente, porque, por otra parte, les es prácticamente imposible contratar nuevas deudas para reembolsar las antiguas. Los bancos soportan tanto más difícilmente el golpe de la quiebra de los deudores soberanos (dicho de otra forma, los Estados) cuanto que simultáneamente tienen que asignar fuertes provisiones (que perjudican sus beneficios en la debida concurrencia) correspondientes a las deudas irrecuperables de empresas nacionales que, cada vez en mayor número, quiebran, como AEG-Telefunken, en Alemania. A eso se añaden, sobre todo en Estados Unidos, los efectos de desgraciadas especulaciones. El Chase Manhattan Bank sabe algo de eso, y ha pagado muy cara la imprudencia de sostener las operaciones aventuradas de una oscura firma de corretaje. Es el mismo caso de otro banco importante, el Continental Illinois, que ha acusado fuertemente el golpe de la quiebra del pequeño banco Penn Square. El mal estado financiero de numerosas sociedades, grandes o menos grandes, constituye una amenaza para el sistema bancario internacional, al menos tan grande como la de México y Europa del Este juntos. Por primera vez desde los años treinta, una crisis bancaria generalizada parece, por lo menos, posible. La subida del oro que estamos contemplando no tiene otro origen, sin duda: el precioso metal aparece de nuevo como un activo envidiable en un momento en que, en varios países, los depósitos bancarios no parecen tan seguros como se podría creer. Es sobre todo para evitar un verdadero pánico bancario por lo que el Estado mexicano, con gran satisfacción de la izquierda, ha nacionalizado todos los bancos del país.

Los peligros de una cura severa

Frente a una situación tan inestable, la tentación de la Administración norteamericana es la de actuar tan duramente como lo ha hecho en la dirección de los asuntos nacionales. Ya que el mal proviene de un aumento excesivo del crédito internacional, ¿no convendría agotar los recursos de organismos internacionales creados para conceder los préstamos? A pesar de su lógica, esta política parece peligrosa en las circunstancias actuales. Es ella la que ha dictado la actitud -hasta ahora muy reservada- de Washington sobre los proyectos de aumento de las cuotas del FMI. No es seguro que sea una política prudente. No se trata de que el FMI sustituya al crédito bancario: los órdenes de importancia no son los mismos. Sin embargo, esta institución puede quedarse muy pronto corta de liquidez para hacer frente a tareas mucho más limitadas: el volumen de las divisas convertibles que puede movilizar sobre sus propios recursos es, teóricamente, del orden de 24.000 millones de dólares (de 15.000 a 16.000 millones, en realidad), de los que 4.000 millones van a ser muy pronto asignados a México.

De manera paradójica, la postura más suave, que defienden Francia y, hasta cierto punto, los demás países europeos, parece más adaptada: consiste en preconizar una duplicación de las cuotas del Fondo Monetario para procurarle recursos propios que le permitan prestar a una tasa del 6,06%,. Es un hecho que los -países en dificultades no pueden aceptar políticamente la tutela de los expertos del Fondo Monetario, a menos que este último pueda proporcionarles créditos relativamente importantes. El peligro estaría en que, bajo la dirección de Estados Unidos, los países industrializados buscaran aplicar a los países del Tercer Mundo una cura tan severa como la que la Administración Reagan ha. impuesto a los norteamericanos. Se conocen los resultados de esta experiencia: ha dejado exangües a sectores enteros de la economía del país más rico del mundo.

Pam Fabra es especialista económico de Le Monde.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_