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Tribuna
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Por qué no voy a ir al Parlamento

Cómo todo el mundo sabe, en el decreto que convocaba a Cortes se excluía a los alcaldes. Es una exclusión que data de la primera convocatoria, que, eminentemente, ahora no tiene sentido. Lo tuvo en aquella ocasión, en la primera, en cuanto que se refería a alcaldes designados, a alcaldes elegidos, pero ahora los alcaldes son democráticamente, elegidos y- no hay ningún inconveniente, parece, en que los alcaldes sean diputados, sobre todo los alcaldes de las gran des ciudades y, si me apuran ustedes un poco, se justifica aún más en el alcalde de la capital del Estado. Esta es una norma prohibitiva, que con el tiempo habrá que derogar, porque no se tiene en pie. En el Derecho, Cónstitucional Comparado no se admite la comparación, porque es una norma excepcional, y este carácter excepcional que tiene la norma no está justificado tampoco por nuestra legislación, ni por la estructura democrática del Estado, ni , por los deseos de los partidos; por consiguiente, la norma tendría que haberse derogado, pero no se ha derogado, está ahí y hay que cumplirla. No se puede decir que la ley hay que cumplirla y sostenerlo y subrayarlo cuando se refiere a los demás y cuando se refiere a uno mismo alegar mil cosás para evitar cumplir la norma o ley que nos atañe.

Este es el criterio que también ha influido en mi ánimo- para no aceptar algunas soluciones que se me proponían: por ejemplo, presentarme diputado por otra circunscripción.

El partido me lo ha propuesto, me ha sugerido ir por Soria o por alguna otra provincia, pensando que podría salir. Aun teniendo la completa seguridad-de que saldría en algún otro sitio, no me ha parecido una solución.

En principio, porque quizá por el sitio que me propusieren, no tuviere un conocimiento amplico de los problemas, y en segundo lugar, porque no iba a poder haber nada serio por resolverlos, si tenía que atender al Ayuntamiento de Madrid; ya que me lleva demasiado tiempo para encima echar la sobrecarga de atender a los negocios de una provincia. Era realmente una solución que no se avenía bien; ni con el- sentido común, ni con la moral. También algunos amigos e interesados me sugirieron que tuviere la representación del Parlamento y la de alcalde al mismo tiempo.'

Al servicio del pueblo

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Dimitiendo como alcalde -durante un mes o mes y medio, me haría diputado y después volvería al Ayuntamiento, siendo nuevamente elegido por mis compañeros. Aunque esto sería relativa mente fácil hacerlo, yo, moralmente, no podría, eso no es serio y sería justamente dar la imagen de la que me quiero apartar y de la que me gustaría se apartase todo el mundo: "Ir más por los cargos que a cumplir un servício público". La verdad es que debemos estar al servicio del pueblo y debemos aceptar los puestos no por los puestos, sino como un instrumen to para atender mejor las necesidades de quienes votan. Eso de estar zigzagueando de un lugar para otro, buscando, quitando y po niendo no me parece bien, es una trampa que me he negado a utilizar. De manera que "he elegido Madrid", me quedo con Madrid y seguiré en esta postura. No sé si se ha consultado a la Junta Electoral o no se ha consultado; pero es* lo mismo, cualquiera que sea la decisión me parece que mi deber es, continuar siendo alcalde, incluso yo diría que vamos a salír ganando, no sé si múcho o poco, pero saldremos ganando algo, porque, a fin de cuentas, me voy a dedicar con mayor intensidad aún, si esto es posible, a los problemas del Ayuntamiento.

Cada uno en su lugar

Por consiguiente, no hay que dar demasiada importancia. Está bien que cada uno, estmos en un lugar, que trabajemos en ese lugar y, aunque conviene que los alcaldes estén en el Parlamento, hasta tanto no salga la nueva disposición, aprovechemos el tiempo para dedicamos a una función y a una función que requiere todo nuestro esfuerzo, como el de la alcaldía de Madrid, en mi caso.

Enrique Tierno Galván es alcalde de Madrid.

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