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La transformación de Onze de Setembre

Este Onze de Setembre que hemos vivido, más allá de cualquier valoración numérica del grado de asistencia a las manifestaciones, podría ser definido como de transición entre una concepción eminentemente reivindicativa de la Diada y su transformación en algo fundamentalmente festivo, en el más noble sentido de esta expresión.En 1976, en Sant Boi, y muy especialmente en 1977, en Barcelona, la recuperación de las instituciones de nuestro autogobierno fueron el elemento catalizador que provocó la reacción de la ciudadanía en reivindicación de sus derechos. La unidad de propósitos de todas las fuerzas políticas y sociales de Catalunya confluyeron en un grito unánime, que aceleró el regreso de Tarradellas y, a la postre, la aprobación del Estatut. En la medida en que el avance de las conquistas democráticas y autonómicas fue consolidándose, la exteriorización de las reivindicaciones disminuyó, sin que ello pueda interpretarse como una devaluación de entusiasmos ( ... ).

De ahí que no deba expresarse preocupación por el hecho de que la propia evolución de los hechos nos lleve a una transformación paulatina de la Diada. De las concentraciones masivas, y fuera de circunstancias excepcionales, ha-brá de pasarse a la celebración del Onze de Setembre en todos y cada uno de los rincones de Catalunya. Con la alegría de la fiesta entrañable recuperada, con la unidad de acción en los temas capitales y con la esperanza de un futuro pacífico de convivencia democrática, solidaridad y profundización en los mecanismos del autogobiemo.

12 de septiembre

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