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El 28 de octubre, elecciones generales

Si los socialistas no alcanzan los 176 escaños, pueden verse obligados a gobernar en minoría bajo el cerco de la CEOE

Los socialistas preparan una campaña electoral en línea con la que les dió la victoria en Andalucía el pasado 23 de mayo fuera de todo maximalismo, huyendo de cualquier superoferta y de los aires triunfalistas de marzo de 1979. Tratarán, en definitiva, de rentabilizar su "sentido del Estado", de cuyos intereses quieren aparecer como máximos valedores. Serán indulgentes con Landelino Lavilla; implacables con Santiago Carrillo; duros con Fraga por antagonista, y ambiguos con Adolfo Suárez, a menos que despegue como fuerte competidor de una franja de votantes.

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En el área de las fuerzas sociales se da por descontado un fuerte activismo de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y de la enseñanza confesional privada. Los actuales responsables máximos de la CEOE han visto fracasar su empeño en pro de la gran derecha tras la decisión de Landelino Lavilla, refrendada en el Comité Ejecutivo y en la Convención Nacional de UCD, de rechazar la coalición con Manuel Fraga. Ahora los hombres de la gran patronal se disponen a lanzar una campaña beligerante, aliviada de los más burdos errores evidenciados en Andalucía y adobada de salsa Mitterrand presentada con la mayor amargura posible.Datos de las encuestas disponibles y análisis de las tendencias detectadas hacen a los empresarios contemplar la hipótesis del triunfo socialista con probabilidades aplastantes. En consecuencia, la estrategia definida por la patronal trata, desde la aceptación de lo inevitable, de restar contundencia a la victoria del PSOE y aspira, en definitiva, a conseguir contenerla en límites inferiores a la mayoría absoluta. Los empresarios estiman imposible escamotear a los socialistas, que serán en cualquier caso los más votados, el Gobierno de la nación; su designio, por eso, se limita a lograr su aislamiento y obligarles a gobernar en minoría.

En esas condiciones, aflojar o tensar la cuerda sobre la que habrá de desplazarse Felipe González será un ejercicio sencillo para los grandes poderes económicos finalmente movilizados por cuestión de oportunidad para provocar la caída con elecciones anticipadas y buenas expectativas de aprovechamiento del efecto pendular.

Todas esas vicisitudes están, sin embargo, lejos de contemplarse con idéntica aceptación en áreas tan decisivas como la de los siete grandes bancos.

Alternativas de la banca

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Recientemente el presidente de uno de ellos resumía a EL PAIS las dos alternativas de la banca: la francesa, de confrontación con el socialismo, que ha optimizado bene5cios durante veintitrés años en la V República y ha sido nacionalizada con el acceso de Mitterand al poder, y la británica, de estricta neutralidad profesional, que ha hecho compatible la presencia en ese mismo lapso de tiempo de los laboristas en el poder en varias ocasiones con el mantenimiento indiscutido de ese sistema bancario, pese a que los programas del partido incluían su estatalización.

El aludido presidente concluía que, para su desesperación, no había sido posible discutir racionalmente ambas opciones y que se temía que finalmente, en la práctica, sus colegas optaran por el modelo de confrontación.

El designio de los grandes poderes económicos favorables a la voladura del centro, consumada por etapas, tiene su anverso en la prospectiva que se hacen los políticos de este signo respecto de la CEOE. El tono de la Convención Nacional de UCD celebrada ayer en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid y, sobre todo, el crecimiento de las expectativas del CDS de Adolfo Suárez parecen confirmar la presencia activa de una opción de centro.

"Para que la opción centrista se preserve más allá de las inmediatas vicisitudes electorales, será necesario que se produzca una fractura en la CEOE, donde cada día es más visible la incomodidad que sienten los pequeños y medianos empresarios", según declaraba ayer a EL PAIS un ex ministro que tuvo amplias responsabilidades económicas en anteriores Gobiernos.

En la parrilla de salida electoral Landelino Lavilla sólo ha visto compensada su tenacidad frente a la mayoría natural por el baño de multitud de la Convención, pero su conceptuación de quienes le rodean en el secretariado y en la ejecutiva del partido ha seguido deteriorándose permanentemente desde el mismo día en que asumió la presidencia de UCD.

Los denuestos sobre la condición del dimisionario José Luis Alvarez, que brinca del Ministerio de Agricultura a Alianza Popular, contrastaban ayer con los elogios hacia Adolfo Suárez, que no ha querido aceptar en sus filas al tránsfuga Rodríguez Moroy

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