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El inicio de la campaña electoral coincidirá con un nuevo deterioro de la economía española

Los indicadores económicos que serán conocidos en el próximo mes y medio dibujarán cierto deterioro de la situación, esbozado desde que empezó el verano. Aún siendo escasas las novedades encontradas por los estudiosos de la coyuntura al terminar sus vacaciones, ya les han permitido vaticinar que la actividad económica se deprime, el paro no mantiene la inflexión a la baja del segundo trimestre del año, persiste el vigor del alza de precios, y los avances del sector exterior son menos firmes. He aquí algunas pinceladas del cuadro que servirá para iniciar el cierre de balance de la economía hasta el 28 de octubre.

Tanto los medios gubernamentales como los privados consultados coinciden en centrar su atención preferente en los datos de paro. De los dos indicadores manejados, el paro registrado en las oficinas de empleo dejó de crecer en febrero, cuando marcaba 1.817.000 personas, para descender poco a poco hasta 1.786.000 a finales de junio. Pero en julio volvió a subir, al igual que en agosto, cuyas cifras serán publicadas en los próximos días. Y volverán a batir nuevos record: cerca de 1,83 millones de personas, según los primeros avances oficiosos. A finales de septiembre, lo que quizá también sea publicado antes del 28 de octubre, la impresión oficiosa es que rondará los 1,85 millones, para terminar el año con un benévolo 1,86, que superaría el 14,3% de la población activa.Las predicciones del servicio de estudios de la Confederación Española de Cajas de Ahorros se alargan a 1,832 millones para agosto y 1,884 para septiembre. Se confirme una u otra versión, habrá un aumento próximo a los 0,9 millones con respecto a los 972.000 parados registrados al terminar marzo de 1.979.

Los ficheros del paro

Según los expertos, el incremento era previsible. Lo han confirmado también medios gubernamentales, para quienes el eventual aumento del desempleo no impedirá que se cumpla el objetivo el objetivo de mantener la población asalariada activa, fijado en el Acuerdo Nacional de Empleo. Julio y septiembre suelen ser meses de alza, sobre todo en el grupo de jóvenes que buscan primer empleo, al terminar sus estudios en esos meses. Estas incorporaciones no compensarán los empleos estacionales generados por las campañas agrícola y turística, nutridas en parte por cambios de trabajo. Fuentes de la Administración han añadido, además, otros dos factores: la política actual de empleo anima a muchos a apuntarse en las oficinas de empleo, y las vacaciones de los funcionarios del INEM hacen acumular fichas que podrían ser dadas de baja y no lo son.

La limpia de ficheros, se ajuste o no a la realidad, ha originado el menor crédito de tales datos oficiales, en favor del otro indicador de empleo: las encuestas trimestrales del Instituto Nacional de Estadística, efectuadas entre unas 6.000 familias. Fue precisamente la encuesta del segundo trimestre de 1982 la primera en mostrar una inflexión a la baja (de 2.062.600 parados a 2.038.500), desde el primero y segundo trimestre de 1979, en que también se cortó la ascendente curva. Y es considerado dudoso que antes del 28 de octubre salgan los datos de julio-agosto-septiembre 1982, porque suelen aparecer con un mes de retraso. Pero los estudiosos de la coyuntura creen que probablemente esta tercera encuesta quebraría la citada inflexión. Ya habían advertido al conocer la segunda que el aumento histórico del paro español no ha sido generado, como en el reste, de los países industrializados, por la diferencia entre el crecimiento de la población activa y el menor aumento de la creación de empleo, sino por la destrucción de empleo, no compensada por la disminución de población activa. En el primer trimestre de 1979, antes de subir la edad laboral de 14 a 16 años, hubo 1.140.000 parados.

Precios suben, actividad baja

Los precios, el otro indicador que preocupa a los expertos, tampoco van a bajar al conocerse los datos de agosto y septiembre. Incluso algunos vaticinan mayores alzas, sobre todo hacia finales de año. Agosto suele ser más alcista que septiembre, un mes intermedio estacionalmente. Si al 9,2 acumulado desde enero a finales de julio se suman porcentajes al menos similares a los del pasado año (1,3 y 0,7, respectivamente), al empezar el cuarto trimestre quedará menos de un punto para el 12% previsto en principio por el Gobierno en 1981. Los pronósticos más optimistas, procedentes de la Administración, hablan de un decalaje de dos puntos (el 14% o algo más, como en 1981), pero las apuestas de medios privados van del 14,5% al 16%, pues deberá absorberse la revisión salarial.

Uno de los probables efectos del anticipo de elecciones, comentado en medios gubernamentales, será la menor presión del déficit público sobre la inflación, debido a que al disolver las Cortes se ha paralizado algo la actividad administrativa y se suspende la aprobación de créditos extraordinarios, salvo el que financiará los comicios. En el mismo sentido, las elecciones, según los encargados de la encuesta de Coyuntura Industrial, que elabora cada mes el Ministerio de Industria y Energía, suelen provocar una economía expectante que desacelerará el crecimiento y, por tanto, puede después empujar los precios a la baja, en contraposición con el probable efecto de la revisión salarial sobre la demanda de consumo.

Los otros indicadores, de menor trascendencia pública, apuntan hacia la caída de actividad y la reducción del déficit en la balanza de pagos. Industria piensa publicar su encuesta de julio, hecha a más de 3.000 empresas, dentro de unos días; los resultados reflejan cierto deterioro en la tasa de crecimiento, augurado por las expectativas de las dos encuestas anteriores. Según el registro de caja de la balanza de pagos al terminar agosto se habían arañado al déficit del año anterior 934 millones de dólares y el año puede terminar entre 1.200 o 1.400 millones menos.

Si para el primer semestre el crecimiento de la producción de bienes y servicios era considerado positivo -el Banco de España lo cifró en el 1,5% para los sectores no agrarios y Julio Alcaide, del Banco de Bilbao, en el 2% total, frente al 0,3% calculado para 1981 por el Instituto de Estadística y el 0,1% de la Confederación de Cajas de Ahorros-, ahora Alcaide y la citada Confederación esperan para todo el año del 1% al 1,5%, (la mitad que el Gobierno), mientras el Banco de España todavía no se ha pronunciado. La depresión es mayor en la industria, coja un crecimiento quizá nulo en agricultura; el año será, pues, salvado por los servicios. En resumen, se espera mejor balance que en 1981, pero a costa de más desequilibrios.

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