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La URSS reabrirá las comunicaciones telefónicas para las buenas noticias

"No se preocupen, siempre habrá líneas telefónicas para las buenas noticias". Así dicen que respondió el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Andrei Gromiko, al presidente austríaco, Rudolf Kirchschläger, en una conversación mantenida durante una reciente visita oficial de este último a Moscú. Kirchschläger se había interesado por los problemas que causaba la drástica reducción efectuada por Moscú en el número de líneas telefónicas que comunicaban a la URSS con el resto de mundo.Corresponsales de Prensa, hombres de negocios y diplomáticos occidentales en Moscú se encuentran desde mediados de la pasada semana a la ansiosa e inútil espera de buenas noticias. Suiza, así, los teléfonos vuelvan a funcionar normalmente.

A principios de este verano, Moscú redujo en aproximadamente un tercio el número de líneas que tenía conectadas con Europa. Esto causó ya grandes problemas de comunicaciones. Sin embargo, la pasada semana los responsables soviéticos decidieron restringir inesperadamente aún más el tráfico telefónico con el mundo capitalista.

Desde entonces Ias centrales telefónicas de otros países tienen que comunicarse con la operadora de Moscú antes de obtener cualquier abonado de la URSS. Las telefonistas soviéticas, sin embargo, pueden acceder libremente a las redes telefónicas de las demás naciones sin pasar por ningún intermediario. Por el momento, las líneas de télex funcionan normalmente.

Algún Gobierno occidental ya ha presentado su protesta ante las autoridades soviéticas, que se han limitado a responder que todo se debía a unos misteriosos problemas técnicos.

Ocho horas de espera

Los corresponsales de radio, especialmente, se encuentran muy alarmados: algunos han tenido que esperar hasta ocho horas para poder recibir, al fin, llamadas de sus emisoras y pasar sus crónicas. Ahora, una vez repuestos de su estupor, optan por llamar desde Moscú a sus redacciones, soportando demoras de hasta dos horas y pagando una tarifa mucho más cara, ya que, curiosamente, las comunicaciones entre la URSS y el exterior tienen un precio hasta tres y cuatro veces más alto que en sentido inverso.Las causas de estas restricciones telefónicas son indudablemente políticas, estiman los observadores extranjeros. Durante los Juegos Olímpicos de 1980, la URSS automatizó parte de las comunicaciones telefónicas internacionales de su capital. Algunos barrios habitados en su mayoría por extranjeros o funcionarios- de confianza- podían comunicarse con el resto del mundo sin necesidad de pasar por la operadora.

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Desde cualquier, lugar de Europa, Estados Unidos o Japón se podía acceder entonces a todos los abonados de Moscú. El Kremlin podría pensar, quizá, que tan liberal sistema era susceptible de contaminación ideológica. La actual tensión Este-Oeste ha podido animar más aún a esta fuerte limitación de las ya precarias comunicaciones telefónicas entre la URSS y el resto del mundo.

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