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Recluso de Oviedo denuncia que intentaron matarle en la prisión

Pascasio Alvarez Iglesias, delincuente común, de veintiséis años de edad y vecino de Pola de Lena (Asturias), aseguró ayer a EL PAIS estar firmemente decidido a conocer el nombre o los nombres de los supuestos autores de las gravísimas heridas que sufrió mientras cumplía condena en la prisión de El Coto, de Gijón. Su declaración ante el juez contrasta radicalmente con la tesis del director del centro penitenciario, para quien las lesiones que estuvieron a punto de costarle la vida fueron provocadas voluntariamente por el propio recluso.Pascasio Alvarez se encuentra internado desde el 9 de junio pasado en la residencia de la Ciudad Sanitaria de Oviedo, donde le amputaron parte del brazo y de la pierna izquierdos, y le practicaron varias intervenciones quirúrgicas para ponerle injertos en la cara.

El juzgado de instrucción número dos de Gijón ha iniciado las diligencias previas contra Pascasio Alvarez por tentativa de suicidio, a la vista de los informes remitidos al juez instructor de la causa por la prisión de El Coto. El director de este centro penitenciario afirma que las lesiones fueron provocadas por el recluso intencionadamente.

El diagnóstico emitido en el momento de su ingreso en el hospital por el doctor Carlos Ponte, de la unidad de cuidados intensivos de la Ciudad Sanitaria de Oviedo, donde continúa hospitalizado Pascasio Alvarez, indica la existencia de amputaciones en las extremidades inferior y superior izquierdas, unas quemaduras que afectan al 18% de la extensión corporal y un 12% de quemaduras de tercer grado, posible ahorcamiento e insuficiencia respiratoria aguda, entre otras lesiones.

El juez de vigilancia de La Coruña concedió el 28 del pasado abril un permiso de seis días a Pascasio Alvarez. Este no se presentó a la prisión al finalizar dicho plazo, y el día 8 de junio fue capturado e ingresado en el centro penitenciario de Gijón. Justamente al día siguiente hubo de ser ingresado en la residencia de la Ciudad Sanitaria de Oviedo al presentar un síndrome de gran quemado con calcinación de brazo y pierna izquierdos, según certificó el médico de la prisión gijonesa.

El funcionario Juan Antonio Martín Cisneros, que cumplía su servicio en las galerías segunda y tercera, presentó un informe en el que afirma que otros dos funcionarios, Herminio Díez y Javier Varela, le alertaron de que algo raro ocurría en la celda de Pascasio Alvarez, número seis de la primera galería, situada en la planta baja. Inmediatamente, agrega, se dirigió a la citada celda, cuya puerta ofrecía resistencia por la dilatación provocada por el fuego. Con la colaboración de los internos Alfonso Matesán, Buenaventura Sánchez y Antonio Moliner, procedió, añade, a la búsqueda de Pascasio Alvarez, a quien tardaron en descubrir, debido al fuerte fuego y al humo existentes en el interior, colgado por el cuello con una sábana.

Pascasio Alvarez se limita a recordar que se percató de que abrían la puerta de su celda y de que le daban un fuerte golpe. "Desde entonces", añade, "no supe más hasta que me desperté en la residencia de Oviedo". El recluso asegura haber sido objeto de malos tratos por parte de algunos funcionarios de la prisión. "A mi regreso a la cárcel", dice, "el director me maltrató y dijo que me iba a tener recluido en celdas de castigo hasta que le saliera de los huevos. El 9 de mayo estaba en la celda, y sin que pueda precisar la hora, puesto que ni sabes la hora ni el día desde allí dentro, mi puerta fue abierta de golpe y entró una persona que me golpeó fuertemente en la cabeza.

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