La banca extranjera competirá con las entidades españolas en la captación de recursos baratos y estables
Casi cuatro meses de descenso en su inversión crediticia han convencido a los bancos extranjeros instalados en España de que el camino de los primeros años, jalonado de negocios fáciles y seguros, puede haberse agotado. La treintena de entidades afectadas se prepara para lo que uno de sus líderes ha llamado el cruce del desierto: competir con la banca nacional en la captación de recursos baratos y estables, así como forzar en lo posible las limitaciones a que fue condicionado su establecimiento.
La banca extranjera confiesa, en comentarios privados de sus representantes, que aceptó gustosa el ser la espuela del Banco de España para empujar a la banca nacional hacia la modernización y la competencia. Pero sugieren que eso se ha acabado, si bien no pueden perder la esperanza de estabilizar poco a poco su negocio (centrado sobre todo en grandes empresas, como eléctricas y públicas en general), porque al Estado español le interesa. En cualquier caso, son conscientes de que a la banca española le seguirá preocupando mucho su competencia.La reacción de los grandes bancos españoles a la venta del Banco de Valladolid al Barclays y de la López Quesada a la Banque Nationale de París hizo perder las esperanzas a otros extranjeros interesados en solidificar su presencia en España. Ahora, las circunstancias que han originado el descenso de las posibilidades de inversión crediticia han puesto de relieve lo importante de aquel paso, así como la necesidad de abrir otros cauces.
Gigantes con pies de barro
Mientras los españoles razonaban ante el Banco de España que era inadmisible vender a los extranjeros bancos españoles saneados con su ayuda, la banca extranjera culminaba una entrada de apoteosis. Durante 1981 facilitó a las sedientas empresas españolas, con participación o no extranjera, créditos por valor de 275.642 millones de pesetas, más de la tercera parte que todo el resto de la banca. Así, en dos años de actividad para el grueso de los treinta bancos autorizados actualmente, se acumulaba un saldo inversor de 657.196 millones de pesetas, cerca de la décima parte de toda la banca española.Era una cifra gigante soportada por pies de barro. Los recursos propios de la banca extranjera, procedentes de los 750 millones de capital exigidos a cada banco, en su mayoría, sumaban 30.406 millones, y los ajenos, 136.200. El resto procedía de préstamos de otros bancos españoles (Véase cuadro adjunto, con datos a 30 de abril pasado), a los que solían añadir un margen de medio a dos puntos para entregarlos a las empresas. Esos recursos no están sujetos a coeficientes, lo que en cierta medida irrita a la banca española, que padece la menor rentabilidad de los mismos.
Los bancos españoles, sobre todo los grandes, no tardaron en reaccionar paulatinamente. Empezaron a conceder también los préstamos sindicados a interés variable y en pesetas, que tanto abultaba el activo de sus colegas, quienes también transformaban a pesetas créditos dados por sus matrices en divisas. Cuando llegó, en la primavera pasada, la subida de tipos de interés en los mercados monetario e interbancario españoles, se inició el declive de los extranjeros. Había menos dinero y más caro; además, los españoles preferían hacer ellos todo el negocio, prestando directamente a las empresas.
Los créditos que concedía la banca extranjera cayeron a un ritmo mensual de varias decenas de miles de millones de pesetas. Por ello, al terminar junio, habían aumentado sus saldos crediticios en sólo 61.030 millones de pesetas con respecto a finales de diciembre pasado, menos de una cuarta parte de todo el año anterior. En julio, según fuentes del sector, este nivel ha seguido cayendo, e incluso también a principios de agosto, cuando cedieron los tipos de interés interbancarios, que de marzo a agosto han estado al 16% o 17%, pasando por el 24% de junio.
Los bancos extranjeros, libres de riesgo en el precio del dinero, subían sus tipos según el precio de los recursos que tomaban. Sólo en el mes de junio, que había empezado a tipos altos, hubo entidades que lo elevaron cuatro puntos. Incluso los tipos preferenciales cobrados a los mejores clientes y comunicados al Banco de España se elevaron en distintos casos más de tres puntos. El
Chemical Bank, por ejemplo, pasó del 18,75% al 21 % de preferencial a tres meses en la tercera semana. El Morgan. Guaranty lo elevó del 17,25% al 20%, también a tres meses. Otro banco norteamericano, el Chase, elevó su preferencial en España al 21,88% a un año. Y el británico Midland, que batió el récord mensual, del 18,25% el 4 de junio al 22% del día 21, para dinero a tres meses.
Dinero de empresas
En estas condiciones, las empresas no sólo dejaron de concertar nuevos créditos, sino que dejaron de disponer de las pólizas de crédito concedidas, donde habitualmente se fijan plazos para la disposición del dinero. Entre tanto, los bancos españoles concedieron de enero a finales de junio las tres cuartas partes de los créditos del año anterior, si bien registraron una fuerte caída en el descuento (véase EL PAIS del pasado día 6 de agosto)."Hemos crecido en los dos últimos años bastante rápidamente, y estamos seguros de que este ritmo no se va a mantener en los próximos", declara uno de los líderes de la banca extranjera. "Hasta que no tengamos un pasivo estable estaremos sujetos al interbancario o, en menor medida, a las letras negociadas en Bolsa. El mercado interbancario está todavía bastante sujeto a las órdenes del Banco de España, y por eso no creemos que puedan producirse, pese a las presiones alcistas, grandes bandazos hacia arriba; la situación de primavera-verano ya ha pasado, aunque persisten tipos elevados. Subir mucho los tipos de interés perjudica al Banco de España porque encarece los centenares de miles de millones de deuda del Estado. Claro que, con una inflación alta, tampoco podemos esperar descensos. No habrá cambios grandes en los próximos meses".
Para llegar a este pasivo estable, los representantes de la banca extranjera consultados confían más en su capacidad de innovación que en el interbancario. "No tenemos un plan", afirma el director de uno de los bancos europeos más activos, "pero vamos a atraer pasivo barato". A su juicio -y este no coincide con el de otros colegas, más interesados en forzar las limitaciones actuales-, las operaciones de. futuro se orientarán a captar imposicio nes de las empresas clientes, aumentar los saldos acreedores o deudores de quienes ya trabajan como clientes (el ahorro español aumenta más por las empresas que por las familias), acentuar el recurso al mercado de letras de bolsa y pactar líneas a interés y plazo fijo con bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito, lo que ya se ha empezado a practicar y se perfila como una fuente importante.
Tampoco descartan los extranjeros comprar bancos españoles con problemas. Relegados tras los casos del Valladolid y de la López Quesada, se han asomado a prácticamente todos las crisis posteriores, e incluso a aquellas entidades puestas en venta. Después del Occidental, tres o cuatro extranjeros mostraron algún interés por el Banco Internacional de Comercio , y alguno estuvo informado de la evolución del Levante antes de sus negociaciones para la fusión con el Zaragozano. Pero la compra de bancos esspañoles entraña aumentar los nifiximos gastos de transformación del dinero, una de las principales ventajas de los extranjeros, agrandada por el hecho de los altos costes de los bancos nacionales (tres o cuatro puntos) como consecuencia de haber triplicado su número de oficinas en la última década.
Campo de actuación
"Tenemos que imaginar además nuevos métodos y presentarlos al Banco de España", agrega la fuente citada. De todas formas, considera que todavía queda en las limitaciones actuales un campo de actuación, especialmente en el tope del 40% de cuentas deudoras respaldadas con pasivo de la clientela, pues actualmente los extranjeros no llegan al 10%. De los 120.000 millones de pesetas largos que reúnen los extranjeros en recursos ajenos no procedentes de colegas españoles, 11.204 los captaron en el primer semestre del presente año, mientras que en todo 1981 el aumento fue de 26.432 millones de pesetas. En verano estas cifras no han crecido, porque las empresas dejan respaldadas sus tesorerías antes de las vacaciones, pero esperan reforzarlas sobre todo con imposiciones a plazo, que crecen menos que las de a la vista, al contrario que en la banca española.
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