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Francisco Limousin: "Me ofrecí a los secuestradores para que no se llevaran a mi hermana"

"Hasta nunca" fueron las palabras de despedida de los secuestradores a Francisco Limousin, después del cautiverio de 35 días y cuyas incidencias (ver EL PAIS del lunes) fue relatando a los informadores en el transcurso de una conferencia de Prensa que se celebró en su domicilo de Tolosa, veinticuatro horas después de su liberación. Francisco Limousin explicó en el transcurso de la misma que se había ofrecido voluntariamente como rehén de la familia "porque yo no podía permitir que los secuestradores se llevaran a mi hermana Beatriz, que era a quien se quisieron llevar cuando desistieron de mi padre porque tiene problemas de salud. Me opuse porque creo que el mero hecho de tener a una chica secuestrada conlleva una serie de problemas y, en fin, por varios detalles...".

El aspecto de Limousin en su encuentro con los periodistas era muy diferente del que presentaba nada más producirse su liberación. Había desaparecido el rictus de tensión en la cara y se hallaba mucho más relajado y con aspecto de haber descansado -"he dormido bien y mal esta noche pasada"-. La familia Limousin, por su parte, mostró un absoluto hermetismo a la hora de hablar del rescate, que, sin embargo, reconocieron haber efectuado. Se ha barajado como la, cifra más aproximada a la verdad 15 millones de pesetas.Francisco Limousin ratificó que había sido objeto de buen trato en todo momento por parte de sus secuestradores, que incluso en varios momentos de su cautiverio llegaron a darle ánimos y tranquilidad.

Todos los traslados de lugar -estuvo quince días en un piso y otros quince en una tienda de campaña- los realizó Francisco Limousin en el interior de una cesta de mimbre y encapuchado. "El día que pasé realmente miedo y muchos nervios fue el 4 de agosto, cuando me trasladaron al monte. Les costó mucho sacarme de la casa, en la cesta de mimbre, porque al parecer había constantemente gente en la escalera y algún otro problema. Luego me llevaron en un coche, por unos caminos de piedra, a una borda, donde me tuvieron cuatro horas, y luego cambiamos de sitio hasta el interior de un caserío abandonado, desde donde me llevaron pocas horas después a la tienda de campaña". Dentro de ésta pasó los restantes días, "metido en un plumífero; no pasé nada de frío". Sólo salía para pasear, algo más de una hora, y para hacer sus necesidades. "La tienda de campaña estaba situada en un lugar francamente estratégico, en un pinar, donde quedaba muy camuflada. Había muchas zarzas; vamos, un sitio en que nadie hubiera imaginado que había una tienda de campaña". '"Como síntesis de mi experiencia sólo puedo decir que no se la deseo a nadie", manifestó por último el joven Limousin, a quien ahora le esperan largos días de descanso.

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