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MADRID

Una ganaderia con sangre de horchata

Cuando el picador clavaba la puya en el espinazo de los toros -ya no se clava en el morrillo-, y chorreaba el surtidor rojo flancos abajo, causaba asombro comprobar que la hemorragia no era de color blanco.Porque los toros de esta ganadera salmantina llevan horchata en las venas. De otro modo, no se explica su indiferente comportamiento, parados ante los toreros, mirando con ojos de sueño la tela escarlata y meditando taurinas filosofías.

Sería interesante conocer qué impresión habrán sacado del espectáculo los numerosos italianos que se repartían por los tendidos de Las Ventas y que ya se hicieron notar antes de empezar la corrida agitando banderas de su país y jaleándose mutuamente. Estos italianos deben de creer que los españoles nos damos cita domingos y festivos en un graderío circular para ver a unos señores vestidos de Escamillo hacer monerías delante de un pacífico e inofensivo animal doméstico. Los toros de Mercedes Pérez Tabernero son de la familia del buey del portal de Belén.

Plaza de Las Ventas

22 de agosto.Toros de Mercedes Pérez Taberanero, de discreta presencia, descastados, sosos, aplomados en la muleta. Pascual Mezquita: división, silencio. Paco Bautista: silencio, silencio. Paco Ojeda: vuelta, palmas.

El cuarto y el sexto se sentaron durante la faena de muleta, en la misma postura de su congénere belenita, no por falta de fuerza, sino por falta de casta.

Cuando en el ruedo hay toros así, lo mejor que puede hacerse es imitar a estos animales sedentes y rescostarse en el cemento del tendido para echarse una siesta confortadora, pero los italianos no lo entienden así y se pasaron la corrida aplaudiendo Y chillando de modo alternativo con sus efusivos ímpetus latinos. Aplausos para las extrañas faenas de Paco Bautista. Gritos y silbidos cuando los banderilleros pasaban en falso o cuando los espadas fallaban con el descabello. Esto último, sobre todo los ponía al borde de la lipotimia.

Sacar partido de la sosería

De los tres espadas, quien mejor supo sacar partido de la sosería y falta de clase de sus toros fue Paco Ojeda, sobre todo, en el tercero.

Tiene el torero de Sanlúcar un elogiable deseo de hacer las suertes con temple y reposo. Se coloca bien, dando distancia, y sabe tirar de sus enemigos, cosa no fácil cuando éstos, como ayer, eran estatuas berroqueñas.

Le costó trabajo que los italianos entraran en el mérito del trasteo, porque les había gustado más el bulle-bulle de Paco Bautista, el tesón de Pascual Mezquita, pero en los últimos muletazos, en los que ligó y templó, las palmas de los italianos sonaron con más fuerza y unanimidad.

Pascual Mezquita toreó sin mando en el primero y observó resignado cómo el cuarto se le sentaba a rumiar el almuerzo. Paco Bautista encandiló a los italianos con sus faenas excéntricas, gesticuladoras, retorcidas, ratoneras e histriónicas.

Los de casa no se entusiasmaron tanto como sus vecinos de allende el Mediterráneo. Y es que aquí necesitamos hechos más notorios para entusiasmarnos y, sobre todo, por muy indocumentado que sea un espectador español, jamás podrá entusiasmarse con toros horchateros como los que cuida en sus latifundios salmantinos la ganadera Mercedes Pérez Tabernero que ayer envió a Las Ventas unos toros impresentables.

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