Las ballenas ya pueden vivir
La lucha por salvar de la extinción a los grandes cetáceos, vulgarmente incluidos bajo la denominación de ballenas, se había transformado en un importante símbolo de la actitud de la especie humana y, en concreto, de los sectores dirigentes de cada Estado, frente a la destrucción del medio ambiente y a la voluntad de conservación de un planeta habitable para las futuras generaciones. Por ello, frente a la actitud simplista que ha pretendido reducir esta lucha a aspectos puramente éticos, que en muchas ocasiones rozarían la más vulgar ñoñería, es necesario insistir en que, además de por el atractivo y simpatía que pueden ejercer sobre nosotros, la salvación de las ballenas se enmarca en una estrategia global cuyos objetivos estarían vinculados al mantenimiento de la diversidad genética y, en última instancia, de las propias posibilidades de vida futura para nuestra especie en unas condiciones ambientales mínimamente aceptables.La votación llevada a cabo en la CBI nos muestra, pues, como mínimo que en un organismo intergubernamental, con presencia de 36 países, puede prevalecer por inmensa mayoría la cordura frente a la insensata ley del máximo beneficio a corto plazo- y que el movimiento ecologista, lejos de encontrarse en un serio bache provocado por las contradicciones existentes entre sus planteamientos y la cruda realidad, como algunos insinúan, se halla en un momento de tránsito en el que sus planteamientos empiezan a pasar claramente de la teoría, para iniciados a la práctica cotidiana, lo que, a su vez, implicará una creciente incidencia sobre las actuaciones de los poderes públicos.
Si trasladamos estos aspectos al análisis de la evolución de la posición española respecto a la actividad ballenera, podemos decir que el, para muchos, sorprew dente vuelco en el alineamiento de España dentro de la CBI responde, en primer lugar, a la incesante campaña que a lo largo de los últimos tres años hemos realizado los ecologistas y que condujo a una creciente concienciación del problema, como lo demuestran las casi 200.000 firmas recogidas en apoyo de la moratoria, la aprobación de una proposición no de ley en las Cortes en línea con nuestras posiciones o los diversos debates provocados en el seno de la Comisión Interministerial del Medio Ambiente y en diversos medios de comunicación.
En segundo lugar, y en esta misma línea, es necesario destacar la táctica seguida a lo largo del último año por los grupos de la Federación de Amigos de la Tierra, que, tras la divulgación pública del tema en los años anteriores y la concienciación de la población al respecto, se centró en presionar directamente sobre los centros de poder que, al final, serían los que decidirían parar o continuar la actividad ballenera.
Por último, hay que señalar y tener en cuenta la propia actuación de la delegación española en la CBI, que ante una situación en la que seguir en el bloque ballenero no podría servir más que para contribuir al mantenimiento de la actividad ballenera mundial durante algún tiempo, con la paradoja de verse obligados a paralizarla- en Espáña de forma inmediata, decidió adaptarse a los nuevos tiempos y votar la propuesta de cese de la caza a partir de 1985 propuesta por la delegación de las Seychelles.
Todo ello nos muestra tanto el decisivo papel jugado por los ecologistas a lo largo de todo el proceso, que culminó en el propio seno de la Comisión Internacional Ballenera con las intensas negociaciones llevadas a cabo dentro y fuera de la delegación española, como la sensata posición asumida por la Administración -en este caso la Dirección General de Relaciones Pesqueras Internacionales- que lejos de insistir en una posición negátiva, como hicieron otros países, decidió sumarse a la posición mayoritaria, permitiendo así un desmantelamiento ordenado de la industria ballenera en Espatía, y una reconciliación, en el ínterior con la posición defendida por los ecologistas y diversos partidos, encabezados por el PSOE, y en el exterior con el creciente bloque de países conservacionistas. En resumen, parece ser que por una vez, y esperemos que cunda el ejemplo, casi todos hemos ganado, y sobre todo las ballenas, que era lo principal.
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