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Comienza el asalto final de Beirut

Diluvio de fuego y metralla sobre la capital libanesa

El ejército israelí desencadenó en la madrugada de ayer una ofensiva sin precedentes contra Beirut oeste, donde se encuentran cercados los combatientes y la dirección de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El ataque israelí, precedido por un intenso bombardeo de la marina y artillería que afectó a todos los barrios de Beirut, fue iniciado tan sólo veinticuatro horas después de que la OLP hiciese una nueva e importante concesión en la negociación sobre su evacuación de la capital Libanesa. A última hora de la tarde la aviación hizo su aparición en el cielo de Beirut.

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El objetivo de Israel es liquidar las posiciones palestinas

A partir de la una de la madrugada de ayer el Ejército de Israel (Tsahal), abrió fuego contra las posiciones de los fedayin y de sus aliados de la izquierda libanesa en tres frentes a la vez: en el sur de Beirut, cerca de los campamentos de refugiados palestinos, al este, en el museo nacional, y en el puerto, a lo largo de la línea de demarcación que separa el sector cristiano de la ciudad palestino-musulmana.Para poder progresar un kilómetro al sur y unos seiscientos metros al este el ejército israelí libró duros combates en los que, según las emisoras de radio libanesas, soldados atacantes y milicianos palestinos y libaneses lucharon cuerpo a cuerpo registrándose un elevado número de víctimas.

El Tsahal perdió también un mínimo de diez carros de combate, destruidos por disparos de armas anticarro RPG, señalaron fuentes independientes, sobre un total de quinientos que participaron en la batalla. Los combatientes atrincherados en la capital opusieron, según varios testimonios, una encarnizada resistencia al avance enemigo, retrocediendo de vez en cuando ante la intensidad del bombardeo israelí, pero intentando recuperar sus posiciones en cuanto los cañones dejaban de disparar para permitir el asalto de los soldados israelíes.

Yasir Arafat, líder de la OLP, lanzó a primera hora de ayer un llamamiento urgiendo a todos aquellos que tuviesen un arma que acudiesen al frente, mientras el presidente libanés, el cristiano Elías Sarkis, acusado de complicidad con la ocupación israelí, envió por primera vez desde que se inició la invasión de Líbano un mensaje al presidente norteamericano, Ronald Reagan, en el que "protesta firmemente contra la matanza de inocentes y la destrucción de la capital".

A última hora de la tarde el primer ministro libanés, Chafic Wazzan, pidió a su representante en las Naciones Unidas, Hassan Tueni, que solicitase una convocatoria urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para que pusiese en práctica la resolución 516 aprobada el pasado domingo y que prevé el envío de observadores para controlar la aplicación del alto el fuego. La Unión Soviética se anticipó a esta iniciativa libanesa.

El objetivo aparente del avance israelí, aún no alcanzado a última hora de la noche de ayer, consistía, en opinión de expertos militares occidentales, en sitiar los tres grandes campamentos palestinos de Sabra, Chatila y Bourj el Bourajneh, donde se encuentran la mayoría de los 12.000 combatientes que defienden la ciudad. A última hora de la tarde el ejército israelí había conseguido cercar el último de estos campamentos.

Para poder rodear totalmente los tres campamentos, el Tsahal tendría que avanzar algo más de un kilómetro entre el sur de la ciudad y el sector oriental del museo nacional. En previsión de su posible acorralamiento, las fuerzas palestinas concentradas en los campamentos se replegaban ayer a media tarde hacia el centro de la ciudad.

La conquista de los tres grandes campamentos, en los que hace tan sólo dos meses vivían más de 150.000 personas, significaría que la OLP controlaría sólo un territorio de nueve kilómetros cuadrados de superficie, pero muy densamente poblado, en el que se han aglomerado también decenas de miles de refugiados que se han instalado en los cines, hoteles, galerías, locales públicos y rascacielos del antiguo centro comercial de la capital libanesa, hasta ayer relativamente poco dañado por los bombardeos.

El avance israelí fue precedido por varios llamamientos en los que se pedía con altavoces a la población civil, como ya hizo cuando tomó las ciudades de Tiro y Sidón, que se "pusiesen a salvo reagrupándose en las playas", o "alejándose del campo de batalla".

Pero el bombardeo israelí de preparación y el que acompañó la batalla abarcó toda la ciudad hasta el punto de que el hotel Commodore, donde se alojan todos los corresponsales de la Prensa extranjera, fue alcanzado por un proyectil, que destruyó dos habitaciones y obligó a los periodistas a pasar largas horas en una antigua discoteca situada en un sótano del edificio.

En el primer bombardeo masivo del centro de Beirut resultó también dañado el principal edificio de la Prensa, donde están instalados dos diarios libaneses, L'Oriente le Jour, An Nahar, y las oficinas de los semanarios norteamericanos Time y Newsweek, y de la agencia United Press International, que quedaron completamente destruidos. Más tarde le tocó el turno a otro edificio donde se encuentran la radio y televisiones francesas, así como la agencia France Presse.

Intensidad desconocida

Las bombas disparadas por la artillería y la marina israelíes (la aviación no intervino hasta muy tarde, porque "los beligerantes no estaban lo suficientemente alejados los unos de los otros") alcanzaron también indiscriminadamente hospitales, como el de Babir, embajadas, ministerios, tribunales y numerosos bloques de apartamentos cuyos habitantes se refugiaron desde la madrugada en los sótanos, aparcamientos o simplemente portales.

La intensidad del bombardeo y de los enfrentamientos fue tal que numerosos fotógrafos profesionales, acostumbrados a cubrir guerras y conflictos, dudaban en salir a las calles a trabajar, y cuando lo hacían era siempre por breves períodos de tiempo.

A pesar de la frecuencia de las explosiones, hasta quince por segundo, y de la multiplicación de los incendios que envolvían a la ciudad en una capa de humo, algunos habitantes se arriesgaban a correr hasta algún pozo para sacar un poco de agua para beber durante la jornada. El Ejército israelí cortó totalmente en la noche del lunes al martes el suministro de agua de Beirut oeste.

La ofensiva israelí de ayer parece confirmar que el Gobierno de Tel Aviv ha optado por la conquista de Beirut por etapas, exigiendo tras cada uno de sus avances, la aceptación incondicional por la OLP de todas sus condiciones sobre la evacuación de Beirut.

La presentación de la operación de estrechamiento del cerco por el portavoz del Tsahal, como una réplica a las violaciones del alto el fuego por los fedayin carece de seriedad. Varios periodistas que se presentaron improvisadamente en el frente el martes por la mañana pudieron observar como las fuerzas palestinas replicaban a los disparos de los carros israelíes estacionados a un kilómetro, porque habían recibido instrucciones imperativas de respetar escrupulosamente el alto el fuego.

Veinticuatro horas antes de que se iniciase esta nueva ofensiva israelí, la OLP había contestado al último plan de evacuación propuesto por el emisario norteamericano para Oriente Próximo, Philip Habib, previo a su abandono de Líbano, renunciado a solicitar un retroceso israelí en torno a Beirut, pero manteniendo, respaldada por la izquierda libanesa y en cierta medida por el primer ministro Chafic, Wazzan, su petición de que la fuerza multinacional intervenga en la capital libanesa nada más empezar su retirada para proteger a la población civil palestina y libanesa de eventuales agresiones del Ejército israelí o de la milicia cristiana falangista aliada de Israel. Sin embargo, el Gobierno israelí busca aparentemente una derrota humillante de la OLP, cuyos combatientes parecen decididos a luchar hasta la muerte antes de capitular.

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