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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Insulsa aventura

El único atractivo que este filme ofrece está en su cabecera de cartel. Sin el aval de los nombres de Spencer Tracy y James Stewart, ambos en su excelente momento profesional de 1950, esta película sería difícilmente soportable, pues sólo la consumada experiencia y el talento de estos dos excepcionales hombres de cine hace sostener la mirada sin interrupción de la pantalla, pues lo que ocurre en ella es pobre, anodino y tocado del ala en cuanto a imaginación. La trampa del mal cine de Hollywood es la bondad de sus actores.El guión es corto, chato, de escasos vuelos, y se limita a aplicar concienzudamente, con sentido de la medida, una receta típica de la cocina hollywoodense, que consiste en adosar una rebanada de intriga negra policíaca a otra de tensión aventurera. En medio del bocadillo, nada, o la nada.

Tipos como Joseph von Sternberg usaron la receta, pero supieron poner entre rebanada y rebanada algunos ingredientes de cine exquisito, que no están al alcance de la manos del señor Richard Thorpe, fiel en esta, como en tantas otras ocasiones, a la involuntaria sonoridad castellana de su apellido.

Sería injusto para ellos ejemplificar con este filme nada ejemplar las peculiaridades de la inteligencia interpretativa de Tracy y Stewart. Seguro que sin tardar encontraremos ocasiones más nobles para hablar de estos dos actores ante trabajos mucho más dignos de ellos.

En cambio, la emisión de Malaca es una buena ocasión para volver el inadecuado ejemplo contra su máximo responsable, el director a sueldo Thorpe, prototipo de servidor en bandeja a una afinada industria de sus productos más domésticos, rutinarios y toscos.

Actores víctimas

Estos productos constituyeron la norma de la producción hollywoodense, pero generalmente se consumían y se olvidaban. Sólo la presencia de los grandes rostros del cine norteamericano les rescatan ahora del olvido con lo que cabe decir que filmes como Malaca sobreviven precisamente a causa de sus primeras víctimas, que son los actores que la interpretaron. Mientras tanto, Thorpe y sus productores quedan bajo la protección de un relativo y cómodo anonimato.Richard Thorpe, que tiene sus más decentes aportaciones al cine en tres comedias musicales tituladas Fiesta, Three Little Words y On an Island Whith You, y en un filme del Oeste titulado El valle de la venganza, se ganó el prestigio de los estudios con adaptaciones de grandes novelas de capa y espada, como Ivanhoe, El prisionero de Zenda, Quentin Durward y Los caballeros de la Tabla Redonda, todas ellas de la Metro Goldwyn Mayer.

Traductor de guiones ajenos

Resuta difícil recordarle por motivos más nobles. Más que un director de cine es un traductor a imágenes de guiones ajenos. Ni una chispa de ingenio propio, ni un rasgo de originalidad, ningun distintivo personal. Sólo la plúmbea seguridad que le dio una industria cargada de técnicos competentes, que cubren las carencias de quienes les dan órdenes con su consumado oficio.Malaca se emite hoy a las 15.35 por la primera cadena.

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