_
_
_
_
Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Gutiérrez Mellado

En la tarde del domingo, en la parada tarde del domingo, las ocho en punto, o sea, en todos los relojes, qué minutos de paz, de solvencia, de disolvencia en lo general popular español nos dio Gutiérrez Mellado, en el programa de Mónica Randall. Al fin, un hombre soluble en los hombres, un español soluble en los españoles, un español sentado sin cólera, capaz de hablar, sin crispación, de don Alfonso XIII, del 18 de julio, de la República, de Franco, de la guerra, de la postguerra, de la transición, del rey Don Juan Carlos, del terrorismo, de sus amigos, de sus enemigos, del 23 / F, de "España / España / España", como ha dicho el Rey en Santiago.-Yo soy un hombre de unión.

Sus eslóganes interiores los suelta como sin querer, sin énfasis, al paso de la charla, porque son eso, interiores, convicciones largamente elaboradas, no exabruptos. Por fin un hombre soluble en su patria, en su profesión, en su cotidianidad, en su pueblo adoptivo, Villaviciosa de Odón. Por fin un caballero sin caballo de Troya. Cuando Mónica (que le había dado a su presencia femenina la bella configuración de la nada), le llamó "héroe nacional", el general torció la cabeza sobre el hombro derecho, como evitando el ala celérica y luminosa de la gloria. Cuando volvió a la penumbra de la luz de los focos, estaba emocionado, abrumado bajo su inmensa frente de hombre de acción que se pasa mucho la acción por la cabeza:

-Yo no quería ser ministro de cualquier cosa.

Lo dijo también de refilón, como de pasada, sin querer que nadie se sintiese aludido, estoy seguro, pero qué gran lección para los cazarrecompensas que ni siquiera tienen por qué ser recompensados, y que pasan de Comercio a Industria y vuelta, de Justicia a Cultura y otra vez, de Cultura a Transportes y dale, lo que sea, en actitud de servir para todo y sin aptitudes para nada. No quería ser ministro de cualquier cosa. Lo que quería ser, dentro de su carrera, lo dijo claramente, sencillamente, porque la ausencia de claras ambiciones profesionales sería tan monstruosa como lo es el omnivorismo de los políticos. La Academia, la guerra, el pueblo, la clandestinidad, Madrid, la familia, la precaria y entrañable casa de Villaviciosa, todo un rostro sensible, sensitivo y nervioso, bajo esa cabeza en la que sí "cabe el Estado" (y no en la del otro), rostro de español particular de bigote, inteligente y tímido, sólo defendido por unos ojos que agranda la lucidez y en los que rafaguea, como un arma, la clarividencia. En la tarde del domingo, en la parada tarde del domingo, qué paz dominical nos dio don Manuel Gutiérrez Mellado. Al fin, un hombre soluble en los hombres, un español soluble en españoles, en la luz artillera y pacífica de julio que cae maduro, casi podrido de belleza. La Historia de España pasa por su conversación tomando en él la coherencia que -ay- no tiene en la cronología, pero sí en su voz discreta de español que ha vivido, ha pensado y cuya vocación militar le viene, según dijo, de los libros. Es el Doncel de Sigüenza ya un poco entrado. No fumó en la entrevista, quizá por respeto a todos nosotros -cómo nos respeta a los españoles este español sencillo y legendario, si ustedes supieran-, pero yo le he visto, le he mirado futnar frente a frente, algunas veces, y a partir de ahí podría montar toda una teoría del dandismo militar (que está montada hace mucho, por otra parte) y en la que algunos inteligentes y reticentes no creen.

Un hombre que fuma así sabe conducir el humo. El humo de la guerra y el humo dormido y mironiano de la paz. Lástima, mi general, que no fumase usted en la entrevista. En la tarde del domingo, en la retardada tarde del domingo: "Esto no es el 36 ni puede volver a serlo".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_