La dimisión del administrador de Rhône-Poulenc provoca una polémica en Francia
La reciente dimisión Jean Gandois, administrador general de Rhône-Poulenc, uno de los cinco grandes grupos industriales nacionalizados por el poder socialista, evidencia las dificultades económicas y financieras de este sector público. La opinión francesa como la internacional, ven en esta dimisión un augurio de la delicada tarea que supone conciliar los objetivos de la empresa pública y la gestión correcta en términos competitivos.
Rhône-Poulenc es la empresa número uno de la química francesa, emplea a 81.000 personas, 33.000 de ellas en el extranjero, realiza una cifra de negocios de 36 millones de francos y, tras un período crítico, a mediados de la década de los setenta, se encuentra ahora en una situación considerada sana, a pesar de los 340 millones de francos que perdió el año pasado, con su sector textil.
La dimisión de Gandois ha tenido un eco espectacular, en Francia y en el extranjero, en primer lugar, porque era uno de los dos administradores de los grupos nacionalizados por los socialistas que ya ocupaba el mismo puesto cuando Rhône-Poulenc pertenecía al sector privado. Reconocido como uno de los grandes gestores de la Francia contemporánea, su baja del plantel de la industria nacionalizada ha sido el pretexto para un reexamen de la evolución del sector que, el Gobierno socialista, integró en la propiedad pública.
En su carta de dimisión, Gandois explica las razones de su gesto: "La política vigente conlleva demasiados elementos contradictorios para que pueda ser realista. Las empresas nacionalizadas no desempeñarán el papel que se les ha asignado".
En el aspecto social, Gandois teme que el saneamiento de las estructuras industriales no permita a las empresas públicas, como lo desea el Gobierno, "contribuir al desarrollo y al mantenimiento del empleo".
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