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'Caso AImería': una pericia imprecisa y confusa

ENVIADO ESPECIALLa práctica de la prueba pericial ante el tribunal que juzga el caso Almería pasará, seguramente, a la historia forense de este país como una de las más confusas e imprecisas y, en consecuencia, inútiles respecto de los objetivos concretos que se le encomendó, es decir, un mayor esclarecimiento de los hechos que se juzgan, con la valiosa ayuda de la ciencia y de la técnica. Nunca un caso judicial exigió tanto de la pericia técnica para su total esclarecimiento y nunca se hizo tan poco en ese terreno.

Salvo que la muerte de las víctimas se produjo por armas de fuego antes de iniciarse su carbonización en el interior del coche donde se encontraban, la prueba pericial realizada ha sido prácticamente incapaz de determinar nada en concreto sobre las otras tareas que se le habían encomendado, y tampoco ha aportado nada, desde el punto de vista técnico, a lo que ya se conocía de los hechos por vía testimonial y por los informes y atestados realizados por los equipos de la Guardia Civil. Si no hubiera la presencia evidente y palpable de tres cadáveres calcinados, cuya existencia deberá explicar el tribunal en su sentencia desde la perspectiva del Código Penal, parecería que el caso Almería tiene tendencia a esfumarse del mundo de lo complejo y a convertirse en algo etéreo e impreciso.

Fundamentalmente, cuatro han sido los informes periciales solicitados: el relativo a los impactos y trayectorias de los proyectiles en los cuerpos de las víctimas; el de balística, en relación con la trayectoria de los impactos sobre el Ford Fiesta de las víctimas y posición de éste y de los tiradores; el relativo a la causa concreta del incendio del Ford Fiesta y a su tiempo de duración, y el consistente en determinar si la reserva de combustible que había en el depósito de gasolina puede considerarse suficiente para explicar el alto grado de carbonización que alcanzaron el vehículo y los cadáveres que se encontraban en su interior.

En general, las respuestas de los peritos se han movido en el plano de lo general y de lo posible, basándolas casi exclusivamente en sus conocimientos teóricos, dentro de sus respectivas especialidades. La mayor parte de ellos, salvo los médicos forenses que realizaron la autopsia, han debido reconocer que no han examinado los cadáveres, que ni siquiera han visto el Ford Fiesta ni visitado el lugar de loshechos, y que, por tanto, sus dictámenes, aunque, evidentemente, honestos en la elaboración de las conclusiones a las que han llegado, adolecen de generalidad y de la falta de una mínima utilización del método experimental que exigía el caso.

A lo más que han llegado es a conocer el material (croquis, fotografías, etc.) acumulado en el sumario y, en algún caso concreto, este conocimiento ha debido ser completado con urgencia en la propia sesión del juicio de la que se emitía el dictamen. Algunos peritos han sido conscientes de estas deficiencias metodológicas y han llegado a lamentarlo públicamente.

La ausencia de un conocimiento concreto del objeto de la pericia, y, por el contrario, su aproximación al mismo desde una perspectiva exclusivamente literaria y comparativa con otros casos, a simple vista parecidos, creó frecuentemente tina situación tensa entre algunos peritos y el abogado de la acusación particular, la más necesitada de las partes actuantes en el proceso de una exhaustiva explicación de todo el desarrollo de los hechos, con vistas a fundamentar su tesis de asesinato. Esta situación no se hubiera producido si los peritos, más allá de una general opinión en base "a su leal saber y entender", hubieran emitido sus dictámenes después de una mínima utilización del método experimental en las tareas concretas cuya pericia se les encomendó.

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