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Marcando una época

De tarde en tarde surge alguna persona que, por sus condiciones excepcionales, ejerce una influencia profunda y decisiva en quienes le rodean y en las entidades en las que desarrolla su actividad. Juan Lladó fue, sin duda alguna, una de ellas. Su inteligencia, su capacidad creadora, su humanidad, su generosidad y su talante liberal hicieron de él una de las personalidades más atractivas y más importantes de la vida española de las últimas décadas.Juan Lladó dedicó, con entrega total, cincuenta años de su vida profesional al Banco Urquijo, en los que sorteó con éxito períodos llenos de dificultades, se anticipó en muchos aspectos a las nuevas tendencias y creó un nuevo estilo de banca.

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Tenía un arraigado sentido de los intereses generales del país y de su propia responsabilidad ante ellos, lo que le llevó a aportar su colaboración en la búsqueda de soluciones; a los grandes problemas nacionales, con los que se vio enfrentada su generación al término de la guerra civil: la reconstrucción industrial, la salida del aislamiento y la regeneración de la vida cultural.

En su despacho se fraguaron muchas de las principales iniciativas industriales de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, en sectores tan diversos como el químico, el eléctrico, la farmacia, el automóvil, los bienes de equipo, las fibras artificiales, la minería, el refino de petróleo, etcétera. Resulta difícil encontrar en nuestro país una persona que, desde la esfera privada, haya contribuido en mayor medida al gran esfuerzo inversor realizado en aquellos años.

En el campo exterior vio con clara anticipación la necesidad de incorporar a la economía española las corrientes financieras e inversoras internacionales. No sólo fue capaz de atraer hacia España algunas de las principales compañías extranjeras con las que promovió numerosas empresas en común, sino que consiguió los primeros créditos exteriores para el sector privado español e impulsó la expansión internacional del propio banco tan pronto como la legislación lo permitió.

Acercamiento a la cultura

La labor de Juan Lladó en el campo cultural es bien conocida en los ambientes intelectuales de nuestro país. Su espíritu liberal y su formación intelectual le acercaron a algunas de las figuras más destacadas de la vida cultural española, que encontraron en él el apoyo moral y la asistencia material que en algunos casos la universidad española de aquella época les negaba.

Su fuerte personalidad, en suma, configuró de manera decisiva un banco diferente del resto, tanto por sus actividades, orientadas preferentemente a los campos industrial e internacional, como por las personas que se sintieron atraídas a colaborar con él por su talante abierto y su capacidad de ilusionar. Y fue también su personalidad la que inspiró durante décadas la fecunda relación del Banco Urquijo con el Banco Hispano Americano, nacida a raíz del pacto de Las Jarillas.

Pero por encima de todas sus cualidades podía en Juan Lladó su gran generosidad que nacía de un profundo sentido ético de la vida. Fue esa generosidad la que le llevó a plantear su deseo de retirarse cuando se encontraba en plenas facultades físicas e intelectuales. Y cuando en 1978 su insistencia logró vencer la resistencia de sus compañeros de Consejo y pasó a ocupar la presidencia de honor del banco, fue esa misma condición generosa la que hizo que siguiera acudiendo a su despacho a diario, a lo largo de los últimos cuatro años, para prestar su valiosísimo consejo y su apoyo constante a los que recogimos de sus manos la responsabilidad de la gestión del banco.

Su pérdida resulta irreparable para todos cuantos le conocimos. Pero su ejemplo será siempre un motivo de gratitud y una fuente de inspiración y de aliento para todos los que tuvimos la gran suerte de trabajar con él.

Jaime Carvajal y Urquijo es presidente del Banco Urquijo.

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