Los intereses de los gibraltareños
El cierre de la verja de Gibraltar, en 1969, tuvo plena justificación, no porque fuese a servir para otra cosa que para granjearnos el rencor del pueblo gibraltareño, pero era una medida idónea del régimen de Franco, al igual que no debe de extrañarnos el levantamiento del muro de Berlín por parte de Stalin; pero 1982 no es 1969, y se supone que Pérez-Llorca no sea Fernando Castiella.Posiblemente el asunto Gibraltar -considero que denominarlo problema resulta exagerado- sea motivo aún de multitud de polémicas a tres bandas: Reino Unido, España y, por supuesto, la población gibraltareña, protagonista principal de la cuestión, sin olvidar las poblaciones españolas circundantes, que mantienen estrechos lazos económicos y laborales con Gibraltar.
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Si aspiramos a que la sangre de los llanitos hierva de ámor hacia España y acepten el cambio de soberanía, me parece inoportuno en jaularles con una verja y aislarles del resto del pueblo español, medida que me parece expresiva de inmadurez, como si actuásemos como niños y dijésemes: "¡Hala! ¿no queráis haceros españoles? pues ¡toma!, no queremos nada con vosotros, ya no nos arrejuntamos". Pero ese largo distanciamiento viene costando a España que Gibraltar acentúe su aislamiento y su animadversión para con España. /
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