La división de UCD puede materializarse en la votación de esta tarde
Esta misma tarde puede comenzar el derrumbamiento del partido en el Gobierno, según admiten fuentes autorizadas de UCD. La votación, en el Pleno del Congreso de los Diputados, de la candidatura de Joaquín Ruiz-Giménez como defensor del pueblo, provocará según las previsiones más solventes la más importante discrepancia de voto que se haya conocido en toda la legislatura en el grupo parlamentario centrista.Las discrepancias que hoy se puedan producir constituyen apenas el prólogo de lo que ocurrirá a lo largo de esta semana y en los diez primeros días de julio.
Tres fracciones
Y esta autodefinición pasará por una escisión del partido, de acuerdo con todas las previsiones elaboradas incluso por los actuales dirigentes centristas. La reunión del Comité Ejecutivo del partido, prevista para el próximo viernes, significará el principio de lo que unos llaman "regeneración", otros "clarificación" y otros "depuración" de UCD.
Al menos tres fracciones, incompatibles entre sí, conviven en la actual estructura del partido gobernante. El grupo que sigue las orientaciones del democristiano Oscar Alzaga -treinta parlamentarios, según unos, apenas una docena, según otros- parece haber decidido ya sumarse a la gran coalición de signo derechista que pilota Manuel Fraga, abandonando UCD al término de la legislatura o incluso antes.
Una segunda fracción estima que UCD debe mantenerse en un plano moderado-conservador, sin forzar ningún tipo de pacto previo con los socialistas y manteniendo una "próxima distancia" respecto de la coalición fraguista; tratarían de conservar las siglas UCD y la mayoría de los esquemas y postulados actuales del partido. En esta posición se encontrarían hoy los democristianos de Cavero y Alvarez de Miranda, los liberales más cercanos al extraucedista Antonio Garrigues e incluso los "azules", ahora capitaneados por Juan José Rosón, junto con algún grupo "independiente", como el del ministro de Agricultura, José Luis Alvarez. El presidente Calvo Sotelo y Landelino Lavilla, aun no queriendo decantarse para evitar ser culpados de una ruptura prematura del partido, se inclinarían por esta solución, en la que Rosón ve una buena oportunidad para pasar a ocuparse del aparato del partido.
Finalmente, hay que contabilizar el equipo de fieles seguidores del ex presidente Adolfo Suárez, que cada vez pretende distanciarse más del resto de las familias y clientelas políticas centristas. Contando tal vez con algunos socialdemócratas y, acaso, con el puñado de liberales que aportaría Ignacio Camuñas, Suárez parece decidido a capitanear una aventura electoral en solitario, formando un nuevo partido de corte populista que se integrase como bisagra con el PSOE gobernante tras las elecciones generales.
Remodelación del Gobierno
El resto de los grupos centristas parece convencido de que los llamados suaristas se decantarán por el abandono del partido no mucho después del decisivo encuentro del ejecutivo del viernes, que, entre otras cosas, fijará la fecha definitiva para la reunión del consejo político de UCD. Cuando, en torno al 10 de julio, se reúna este consejo, todo podría estar ya decidido.
A la hora del recuento de posibles apoyos, tanto en el ejecutivo como en el consejo político, Suárez cuenta, aparentemente, con buenas posibilidades de partida. No menos de 98 de los 260 miembros del consejo político le secundarían, al menos teóricamente. El propio Gobierno de Calvo Sotelo cuenta con varios ministros considerados fieles suaristas: Luis Gámir (Transportes), Jaime García Añoveros (Hacienda) o Rafael Arias-Salgado (Administración Territorial), entre otros.
Este dato muestra hasta qué punto el reequilibrio de UCD y su recomposición marcarán la necesidad de una remodelación en el Gobierno. En el muy probable caso de ruptura del partido -por más que tal ruptura pueda matizarse con pactos de legislatura y de gobierno-, Calvo Sotelo tendrá que deshacerse de lo que en el seno del propio Consejo de Ministros alguien llegó a llamar el "contragobierno". Es decir, quienes, desde unas u otras posiciones,ya no cooperan en el mismo proyecto que el jefe del ejecutivo.
Casi nadie duda de que Calvo Sotelo se verá forzado a anunciar la disolución de las cámaras en septiembre, y ya se avanzan fechas de noviembre o diciembre para la realización de nuevas elecciones. El vacío que un Gobierno debilitado presenta hasta tales fechas será el gran peligro, de acuerdo con lo que vienen señalando todos los observadores-, que temen nuevas insistencias para forzar lo que se ha llamado un "equipo de gestión".
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