El chófer del teniente coronel Castillo Quero en el 'caso Almería' dice que no vio nada
Entre dudas, espacios vacíos, contradicciones y recursos emocionales para sortear la falta de concordancia con algunos extremos del sumario, transcurrió ayer la prueba testifical del guardia civil Angel Ojeda, conductor particular del teniente coronel Carlos Castillo Quero y uno de los ocho guardias que, amén de los procesados, participaron en lo hechos.
Ojeda, con destino en el parque móvil de la comandancia, declaró a preguntas del fiscal que estaba de servicio la tarde del 9 de mayo de 1981 y que, sobre las 21 horas, recibió del teniente coronel una llamada telefónica para que tuviese a punto el coche con objeto de salir hacia Roquetas, donde ya se sabía que estaban los tres jóvenes. Al llegar al término del parador, antes de tomar el camino vecinal que va a Roquetas, oyeron por radioteléfono que los tres ocupantes del Ford Fiesta ya habían sido detenidos. Terminado el servicio, Ojeda conduce su coche de nuevo a la comandancia. Pero hacia las 5.30 de la madrugada, el teniente coronel Castillo Quero vuelve a llamarle por teléfono. Esta vez la orden es prepararse para salir con destino a Madrid.A esta altura del relato el fiscal trasladó sus preguntas al lugar de los hechos y pidió al testigo que diera su visión personal de lo que aconteció esa madrugada. Después de negar que tuviese intervención directa en la preparación de la caravana, Ojeda afirma que iba conduciendo el Chrysler, que a su lado derecho se sentaba el teniente coronel Castillo Quero y detrás el teniente ayudante Gómez Torres, ambos provistos de metralletas. El testigo no vió a su compañero Martínez Castro salir del Ford Fiesta y sólo reaccionó ante la voz del teniente coronel pidiéndole que acelerara y con el grito de "fuego, a las ruedas, que se escapan". El fiscal le hizo ver que el dato de "fuego, a las ruedas" no consta en su primera declaración, a lo que Ojeda contestó que en aquellos momentos de emoción y nerviosismo no sabía lo que declaraba. "Mi reacción", añadió, "fue bajar del coche, coger a Castro, y con, la ayuda de Visiedo llevar al herido al Seat 127 que estaba aparcado a la izquierda".
Por su parte, la acusación particular sometió al testigo a un minucioso interrogatorio, desmenuzando los hechos. Preguntó por la razón de emplear su coche particular, un Chrysler de gasoil, siendo así que es más veloz el Seat 124 de gasolina de la comandancia. Ojeda negó que hubiese visto caer el coche de las víctimas por el terraplén, en contra de lo que consta en las actas sumariales. A la pregunta de si el testigo había oído alguna explosión de cristales o de neumáticos o algún grito de los detenidos, contestó que sólo había oído disparos.
Poco tiempo tardó la defensa en consumir su turno. El defensor del teniente ayudante Gómez Torres, Fulgencio Pérez Dobon, se limitó a poner de relieve que el coche particular de Ojeda, de gas-oil, es más rápido que el de Castillo Quero.
Mientras el acusador particular, Darío Fernández, pregunta al testigo si entre los once guardias que estuvieron presentes en la combustión del coche hubo alguien que se quitase alguna prenda para apagar el incendio, y obtiene del testigo respuesta negativa, Pérez Dobon pretende que el testigo dé su opinión personal sobre la forma de apagar un incendio. La sesión de ayer se cerró con este apreciación de Ojeda: "En el caso de que todos hubiéramos puestos nuestras ropas, yo racionalmente pienso que hubiera sido peor, habría aumentado el fuego".
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