La hora de ponerse a trabajar
La primera visita oficial del presidente francés, Fraçoise Mitterrand, a España ha dado lugar, en un primer término, a un desahogo bastante espectacular, tanto por el lado hispano como por el francés, y tanto en el plano oficial como por parte de la opinión pública. Los dos grandes contenciosos, comunitario y vasco, han aflorado en toda su crudeza en los palacios oficiales y en las columnas de la Prensa; sin embargo, a la hora de valorar los resultados, se puede observar un cierto desfase entre la apreciación oficial y la manifestada por una parte considerable de los medios informativos. El rey Juan Carlos estima positivo el resultado, mientras no pocos comentaristas, en los casos más moderados, afirman que la presencia de Mitterrand en España no ha servido para nada.Ayer, el rey Juan Carlos, en el aeropuerto de Barajas, momen tos antes del despegue del avión presidencial francés hacia París, le dijo textualmente a un responsable galo: "Estoy satisfecho de esta visita, que ha sido positiva. Ahora hay que trabajar". Otras fuentes competentes oficiales españolas nos declararon: "El desarrollo y los resultados de la cumbre franco-española han sido mejor de lo que puede parecer cuando se lee alguna Prensa".
Dirigentes centristas y socialistas, participantes en una sesión de trabajo en la Embajada francesa, coincidieron al señalar que se ha producido un hecho importante al iniciarse una negociación directa entre Francia y España, sobre el futuro de los productos mediterráneos en el marco de la comunidad". Hay un segundo hecho, reconocido también por las autoridades de los dos países, según las mejores indicaciones oficiosas recogidas por EL PAIS: la profunda colaboración común y global, afirmada por Mitterrand, a la que dará paso el encarrilamiento de los problemas agrícolas.
El presidente francés, por su lado, se manifestó totalmente "satisfecho con el desarrollo y los resultados de la visita en el plano oficial", de igual manera que valoró altamente sus contactos con los líderes de los partidos políticos parlamentarios. Estos últimos, en particular el jefe aliancista, Manuel Fraga, reiteró ayer su convicción de que la presencia de Mitterrand en España ha sido oportuna y positiva.
En resumen, esta visita, fundamentalmente política, estaba destinada a hablar con claridad sobre los intereses de los dos pueblos, seriamente contradictorios en los casos del terrorismo y del Mercado Común. Este objetivo parece ser que se ha alcanzado y se resalta como muy importante tras varios años de intercambios políticos hispanofranceses caracterizados por equívocos, ignorancias reales o fingidas, cinismos, chovinismos o patrioterismos.
Aunque es imposible disociar al Gobierno y a la clase política de los medios de comunicación, y menos aún de la sociedad española, lo cierto es, que, al término de la visita de Mitterrand, se observa una discrepancia a la hora de apreciar esta visita y todas sus dimensiones. Como sobre los resultados tangibles de la cumbre, que se verán con el tiempo, ya se apreciará también por lo tocante al nuevo contencioso definido por los dos Gobiernos y por la Prensa, no sólo española, sino francesa igualmente. Mitterrand, al final de su estancia en España, dijo al respeto: "Hay problemas delicados. La palabra (delicados) ya es delicada. Y esos problemas, alguna Prensa, los ha tratado de una manera no delicada". Georges Soutra, dirigente de los socialistas galos, especialista número uno en problemas agrícolas del sur de Francia, que acompañó al presidente a Madrid, declaró ayer sobre la misma cuestión: "A una parte de la Prensa no tengo más que una cosa que decirle: estoy dispuesto a batirme para que continúe gozando del derecho a decir y a escribir las cosas que dice y que escribe, aunque pueda pensar que se equivoca o que, en algunos casos, incluso desee dañar.
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