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La visita de Mitterrand

( ... ) Pocas visitas de un jefe de Estado han despertado menos entusiasmo que la iniciada ayer por el presidente de la República francesa, François Mitterrand. La Prensa francesa, de manera prácticamente unánime, la juzga innecesaria; en España, buena parte de los medios de comunicación la contemplan con escepticismo.No es ésta, ciertamente, una visita que permita demasiada retórica al huésped y al anfitrión. Lo dificultan los problemas existentes entre ambos Gobiernos, que impiden las bellas frases construidas en tomo a un concepto vago de la amistad, tan frecuente en este tipo de encuentros. Si unos consideran innecesaria la visita y otros la contemplan con escepticismo, es porque París y Madrid coinciden en que los problemas franco-españoles no van a tener solución con unos cuantos brindis de sobremesa. Mitterrand ha dicho que viene a pedir comprensión. Comprensión, interpretamos nosotros, para entender por qué Francia actúa así. Para que discernamos que no brinda protección a unos asesinos, cuando ofrece, refugio a los terroristas de ETA, sino que actúa así por no ver transferido el problema a su propio suelo, como ha empezado a ocurrir en los últimos tiempos. Comprensión para que entendamos que no se opone al ingreso de España en la CEE por fobias viscerales o prejuicios históricos, sino para no provocar el rechazo a su política de los airados campesinos franceses, que también votan cada siete años. Mitterrand pide comprensión para que entendamos que, como presidente de la República, igual que antes hizo Giscard, antepone los intereses internos de Francia a los compromisos a que obliga una política de buena vecindad. ( ...)

, 23 de junio

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