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Mitterrand y España

Es un viaje difícil que ha emprendido, el 22 de junio y hasta el jueves, el presidente de la República. Dos litigios envenenan desde hace años las relaciones franco-españolas: el problema vasco y la candidatura de España al Mercado, Común.Madrid había esperado que un presidente socialista se prestaría mejor que su predecesor a concesiones sobre esos temas delicados, con la esperanza de consolidar la democracia española, más frágil que nunca. Hoy, es la desilusión.

El problema vasco es el más delicado. ¿Deja Francia en completa libertad a los miembros de ETA que se refugian en el país? Es lo que se afirma en Madrid, donde se asegura que los separatistas vascos sacan su fuerza del santuario que tienen detrás de la frontera.

La polémica versa sobre los pedidos españoles de extradición. Ante la negativa de París, Madrid pide actualmente que la ley francesa sea, al menos, aplicada con mayor rigor a los activistas vascos instalados al norte de los Pirineos. Medidas de alejamiento de la frontera, requisiciones severas del ministerio público contra los que cometen delitos contra la ley francesa (porte de armas, falsificación de identidad), serían acogidas como un gesto de buena voluntad.

Por parte francesa, esas peticiones suscitan cierta irritación. Al decir del ministro español del Interior, Rosón, el problema de ETA estaría, sin Francia, virtualmente resuelto. Sin embargo, hace algunos días, uno de los dirigentes de la lucha antiterrorista, el coronel Casinello, evaluaba el apoyo que tenía ETA en la población vasca a 230.000 electores que votaron por organizaciones ideológicamente próximas de los separatistas.(...)

En cuanto a las negociaciones sobre la entrada de España en la Comunidad Europea, Madrid afirma que el Gobierno socialista francés se bate con el mismo encarnecimiento que su predecesor para frenar su adhesión. ( ... ) Sin embargo, España podría revelarse como un socio útil para Francia, sobre todo para defender la agricultura mediterránea, peor tratada en la Comunidad que la de los países del Norte. Precisamente, responden de parte francesa, la similitud de la agricultura de los dos países las hace competitivas y en unas condiciones sociales que favorecen a los productores franceses.

Si es deseable que París y Madrid aborden concretamente sus dificultades, los dos Gobiernos no deben ignorar lo que les aproxima, los intereses culturales de dos grandes civilizaciones europeas y puntos de vista semejantes sobre los problemas mundiales. Calvo Sotelo desea una gran reconciliación, semejante a la franco-alemana. Pero el abrazo franco-español no exige tamaño esfuerzo. No tenemos tres guerras detrás de nosotros en tres cuartos de siglo.

, 23 de junio

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